Proust, el célebre escritor, ponderó uno de los aspectos más
característicos de Sandro Botticelli (1445-1510): la luz de melancolía con la que
dotaba a sus féminas. Sin embargo, el sentido que puede tener este detalle es
rico y valioso de explorar en múltiples lecturas, tal y como la se propone
aquí, a partir de la obra Venus (1485-1490), una de las cuatro tablas
dedicadas a la diosa del amor, que se conservan en la Galería Sabauda de Turín,
Italia.
Arte de luz
Botticelli definió su estilo a partir de la línea, el
movimiento y sobre todo, la luz que envuelve a los protagonistas de sus pinturas,
misma que se produce por una magistral combinación de tonalidades evanescentes
y claras. La "Venus" púdica de Turín, la célebre imagen de
Simonetta Vespucci que aparece en otros cuadros de Botticelli- como la obra
maestra El nacimiento de Venus- expone estas características subrayadas.
El trazo de línea de Botticelli en las figuras, las separa
del espacio circundante y en cierta manera las escinde de la historia y de la
naturaleza. Tal y como la luz distingue en la materia: delimita, sublima. Y es
que la luz resulta fundamental para una de las fuentes de inspiración más
significativas de Botticelli: el neoplatonismo de Marsilio Ficino. Por medio de
la luz y un fino trazo de línea, Botticelli expone el pathos anhelante de
trascendencia de su interioridad.
Renovación de paradigmas
Una de las características de la
encantadora "Venus" de Turín es el movimiento que sugiere. Esto coloca
el arte de Botticelli muy lejos de los autores bizantinos, románicos y góticos.
La Venus púdica de Sandro, no refiere tanto al talante apolíneo de la
tradición clasicista, como sí a un pasado clásico rebosante de pathos
dionisiaco. Otro detalle importante de la obra comentada, es el desnudo que
propone: la diosa exhibe su atractiva presencia de mujer, cubierta únicamente
por un velo exquisitamente trazado. Este desnudo es una renacentista exaltación
del vínculo entre cuerpo y alma, un rompimiento con los constreñimientos de
expresividad plástica típicos del Medioevo.
El arte de Botticelli es un arte de luz, puesto que, para la
filosofía de Ficino, esta última constituye algo central: un elemento
espiritual y metafísico que caracteriza a los espacios de trascendencia. La luz
concilia simbólicamente al amor,la belleza y el alma; es decir, los aspectos
más caros al neoplatonismo. Los religa en su holística naturaleza.
El sentido del mundo
La melancolía de la "Venus" de Botticelli es como una añoranza
de espacios supraterrenales, una nostalgia parecida a la que podrían tener
ángeles caídos por el cielo del que provienen.
Y por otro lado, la belleza más sublime- la belleza
de mujer- tal y como se esencia en la "Venus" púdica de Turín,
impulsa al hombre hacia su plenitud de ser: primero como deseo, luego como
éxtasis estético y finalmente, como perfeccionamiento moral. Por ello, la melancolía
de Venus cobra sentido, en el arte de Botticelli, por el trazo y la luz que
exhibe: entre más definida es una forma, resulta más espiritual, puesto que nos
remite a la luz divina que que hace comprensibles a las cosas y a la
realización cabal del existir humano.
Finalmente, la desnudez de esta Venus de
Botticelli también remite a la verdad, la cual, sin otro matiz que el de un
velo- símbolo de la revelación de un profundo conocimiento -, expone una de las
certidumbres últimas del mundo: Venus resulta hermosa por su ser-mujer, lo cual
refiere a la fertilidad, a la capacidad de obsequiar vida, de dar a luz,
en lo humano- como en una excelsa obra de arte- al cosmos entero.
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Se me ocurre, esa mirada melancolica tambien podría ser parte de la sensualidad de la epoca. Ese gesto se manifiesta en muchos cuadros, unos más que en otros pero es usual. Hoy la sensualidad en la fotografía muestra mujeres insinuantes, eróticas, depredadoras. ¿No será que para sensualidad del momento esos rostros eran los preferidos?
ResponderEliminarAsí lo creo yo Fam, seguramente para las personas de aquel tiempo una imagen así tenía una carga de erotismo y sensualidad muy diferente a la que podemos captar en nuestros días.
ResponderEliminarEn este texto me interesa rescatar cierta belleza femenina, muy platónica, que va más allá de la temporalidad y se acerca al arquetipo. Si la bondad/belleza ideal tiene una figura y un rostro, yo me la imagino como esta representación de la Simmoneta de Botticelli.
Gracias por comentar, eres muy amable!!