La finura de estilo y voluntad preciosista de Fra Angélico en su obra "La Anunciación", vinculan la búsqueda de la belleza con el anhelo de trascendencia. El monje dominico Fray Angélico (1387-1455), gran devoto, y quien fuera conocido previamente como el joven artista Guido di Pietro, consiguió dotar a la creación plástica de una riqueza incomparable de tradición y religiosidad.
En la obra La Anunciación (1433-34) se puede observar, en la esquina superior izquierda, al primer hombre, Adán, junto con Eva, su compañera, siendo expulsados del Jardín del Edén por un ángel. Mientras tanto, otro ángel le comunica a María la buena nueva de Dios con respecto al mundo: se aproxima la llegada del Nuevo Adán, quien traerá al mundo la salvación por el pecado original.
Mensaje de trascendencia
Bellamente plasmado por Fra Angélico, se aprecia como el ángel le hace a María tal anunciación, y además, le solicita su ayuda para concretar este plan celestial. La Virgen le responde a Dios por medio de su mensajero, con la célebre frase: “Fiat voluntas tua” (“Hágase tu voluntad”). Fra Angélico tuvo la delicadeza genial de escribir el diálogo entre la Virgen y el ángel mensajero- textos en latín del evangelio de San Lucas- con letras doradas, y el candor de pintar la respuesta de María, de cabeza, para dejar sentado que se trataba de una consecuencia de la voluntad del Cielo.
Símbolos y detalles
Detalles preciosistas completan esta bella realización de Fra Angélico- de la cual existen cuatro versiones distintas y todas ellas extraordinarias-. Para exponer la belleza divina, su admirable distinción con lo mundano, el autor rodeó al ángel Gabriel y a la Virgen de rayos de luz dorada, aunque el halo que exhibe María es más resplandeciente. Además, pueden verse flores de primavera- referencias simbólicas a la pureza de María- alrededor de la estructura arquitectónica donde se desarrolla el encuentro. Es de hacer notar que tres conjuntos de detalles ornamentales rodean a los personajes principales de esta pintura: un grupo de flores diminutas en la zona interior de la izquierda; las estrellas del techo de la construcción y los adornos en la silla de la Virgen, diseñados como hojas de oro. Entre los arcos, aparece un relieve con la representación de Dios Padre y cerca de allí, una refulgente paloma, símbolo del Espíritu Santo, vuela sobre el ángel y María.
Belleza redentora
La espiritualidad de Fra Angélico, se hace manifiesta, en la singular presentación de esta obra. Sus muchos detalles, trabajados con meticulosidad, con dedicación, comunican que el anhelo de trascendencia puede encontrar, quizás, su mejor vía de expresión, de sublimación de ser, en una voluntad de belleza noble y redentora.
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