La cordura no es un estado mental, sino expresiones
circunscritas a un cierto parámetro de manifestación. Twitter fomenta lo
contrario: el medio es el que contiene lo expresado y libera así, el sentir del
comunicante. Cada tweet es un filtro inverso por donde fluye la psique entera,
libre y plural.
El valor de un tweet se mide por la intensidad de lo que no
pudo ser contenido en 140 caracteres.
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Genio y locura. Ésta última es expresividad desaforada,
connatus de vida liberado a los cuatro vientos. El genio, por su parte, se
explaya igual, pero conteniéndose a lo esencial y orientado a un preciso
destinatario: el espectador idóneo. Tal y como lo sucede con un tweet.
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Es imposible enviar un tweet vacío (escríbelo en menos de
140 caracteres hasta el infinito y nunca lo envíes por Twitter)
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El arte de los esquizofrénicos se caracteriza por una
obsesión en plasmar arquitecturas increíbles con trazos muy elementales. La estructura
comunicacional generada por Twitter comparte esa misma particularidad, al estar
construida con mensajes breves y continuos. Cada nuevo tweet despierta un poco
más al oscuro artista- el otro yo- que todos llevamos dentro.
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Silencio (la cordura nunca es perspicaz): en realidad nadie
ha dicho nada, todo es solo re-tweet.
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Un tweet no vale por la cantidad de personas a las que puede
llegar, sino por la variedad de pensamientos y el deseo de comunicarse que su
gestación propicia.
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La verdad de lo real siempre llega cuando ya no hay espacio
en un tweet para poder expresarla.
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Nietzsche y Cioran suspiran resignados ante la vencedora
ironía: Twitter les dio la razón.
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