La pintura de Hans von Aachen, "San Jorge matando el dragón ", expone las características definitorias del arte de su tiempo e interesantes lecturas.
Hans von Aachen fue un píntor alemán oriundo de Colonia. Nació en el año 1552 y murio en el 1615. Tuvo una gran presencia en los Países Bajos, Italia y principalmente en Praga, en donde incluso llegó a ser el pintor oficial del emperador Rodolfo II. Cuando murió este último, en 1612, Hans von Aachen pintó para el emperador Matías.
Un pintor importante
El arte de Hans von Aachen se caracteríza por incluir figuras de gran elegancia y estilización. En general su estilo expresa un manierismo sofisticado y desenvuelto, un rasgo común en las cortes septentrionales de la Europa de ese entonces. La calidad y dominio técnico de Hans von Aachen se hacen patentes en sus desnudos, los cuales están dotados de un grácil erotismo. Un ejemplo de ello es el famoso cuadro El triunfo de la Verdad (1598). La obra de Hans von Aachen tuvo una gran influencia en la historia del arte europeo, en especial a través de sus celebres grabados.
El auténtico desafío
Otra de las pinturas más valoradas de Hans von Aachen es San Jorge matando el dragón. La disposición de las figuras, en esta obra, entraña algunas observaciones de gran interés. San Jorge perfora con su lanza las fauces de la bestia. El níveo corcel del caballero, por su particular colocación, parecería un puente entre la animalidad del engrendro y la civilidad del paladín. De tal suerte que, acaso el verdadero combate no se encuentre en la confrontación de los opuestos, sino en el rigor vivencial- cabalgata esforzada- de quien existe rectamente.
Cambio de marcha
Pero además, San Jorge utiliza su arma de una curiosa manera. Más que repeler a su enemigo pareciera dispuesto a dar un salto prodigioso, un desplazamiento radical hacia lo desconocido. Recordemos que el manierismo se perfiló como un reactivo estético ante los cánones del Renacimiento. Quizas Hans von Aachen plasmó, sin darse cuenta, ese mismo anhelo de transformación global, sed de paradigmas nuevos y realidades por explorar.
Por otro lado, esta curiosa postura de San Jorge, dispuesto a hacer de su lanza pértiga y lanzarse allende el dragón, acaso nos exprese que: todo desafío moral, en el fondo, quizás no sea sino el preámbulo de un desplazamiento extremo hacia la trascendencia personal, hacia los alcances máximos y desconocidos de cada ser.
El secreto motivo de todo
Mención aparte amerita la equívoca figura de la pincesa de Silene en el cuadro de Hans von Aachen. Ya sea por la perspectiva de la obra, o por curioso simbolismo, la pequeña figura se exhibe inasible y lejana, alzando los brazos al cielo, cual si festejara un secreto ritual en donde la mecánica de lo real- la violencia arrebatadora del existir- por ella- presencia de silencios- cobrara vida y sentido, como siempre.
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