Jackson Pollock, inspirado en el arte tribal, hizo de la acción misma del pintar un elemento vital para la creación de arte. La historia de la creación plástica, generalmente se desarrolla en periodos, sin embargo, de vez en vez, el genio de algunos artistas logra interrumpir esta continuidad y produce saltos inesperados y radicales. Uno de estos creativos fuera de serie fue el estadounidense Jackson Pollock (1912-1951).
Oriundo de un minúsculo pueblo de Wisconsin, Pollock en sus obras- casi todas de grandes dimensiones- denota influencias de relevantes artistas del siglo XX. Pero, en última instancia, es innegable que la obra de Pollock marcó un parteaguas en el ámbito cultural internacional.
Estética de la casualidad
Pollock, en su propuesta, ponderaba el valor de la casualidad: a través de la técnica del dripping manchaba el lienzo con libres salpicaduras, o hacía gotear botes repletos de color a lo largo de telas colocadas en el suelo, habiendo renunciado al caballete. Además, estas prácticas pueden comprenderse mejor por la juventud aventurera que tuvo Pollock, puesto que, durante cierto tiempo, habitó con los indios navajos, y los trazos rituales que estos hacían en la arena, le impresionaron grandemente.
En 1929 Pollock se mudó a Nueva York, y fue precisamente en la Gran Manzana, donde tomó conocimiento del arte europeo. Le fascinó, por ejemplo, el estilo libre de Miró y, de acuerdo a ello, se decantó por completo a la abstracción. La marca que dejó en Pollock el arte tribal y atávico, le llevó a dotar de un fuerte simbolismo, incluso al actor mismo de pintar. Su modo de trabajo, caracterizado por una intensa dinámica física y gestual, fue denominado como action painting e implicaba una suerte de danza en torno a la tela colocada en el suelo.
Un maestro revolucionario
De este modo, Pollock se transformó en uno de los iniciadores del arte informal y prefiguró la noción de performance artístico. Varios creativos de la Escuela de Nueva York siguieron sus ideas y métodos. Pollock estaba convencido de que los movimientos corporales efectuados por el pintor para difundir los colores en el lienzo, eran elementos básicos del trabajo pictórico. Para Pollock, la acción y el gesto eran condiciones de posibilidad de la creación de arte.
El bosque de las intuiciones
Un cuadro representativo de Pollock es "El bosque encantado" (1947). En esta obra, grandes arcos de pintura negra cruzan la tela en formaciones aparentemente azarosas. De la misma manera, gotas de rojo y amarillo aparecen esparcidas en toda la superficie del lienzo. La densa atmósfera de un bosque secreto y prodigioso, queda evocada en la abigarrada construcción visual que Pollock nos ofrece. Cual si uno se internara en una floresta llena de misterios, donde cualquier cosa pudiera suceder o manifestarse, quien contempla esta pintura puede ingresar a un ámbito de intuiciones en laberinto y dejarse llevar, así también, por medio de la intuición y el sentido lúdico, a través de las capciosas trayectorias creadas por la interioridad libre de Pollock. Como si se tratara del camino iniciático de alguna cultura inmemorial, en la aurora de los tiempos.
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Me encantó la última parte! Saludos desde México.
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