En este cuadro, El Niño Jesús llena de luz el ambiente con
un resplandor divino, con tanta intensidad, que una mujer que le contempla
tiene que llevarse la mano a los ojos para protegerlos. Se trata de "La
Natividad" (1530) de Antonio da Corregio (1489-1534), obra que, como
veremos parece culminar una búsqueda no sólo estética sino también, vivencial
motivada por el amor a la belleza.
Proyección expresiva
"La Natividad" nos presenta una perspectiva asimétrica de
la célebre escena bíblica, imbuida de dinamismo. El cayado que sostiene el
pastor, orienta la mirada de los espectadores desde la base de la composición,
hasta los ángeles revoloteantes. Estos últimos, por su parte, señalan
juguetones hacia el Niño, quien ilumina y perfila el ámbito representado. Esta trayectoria
visual es una muestra de la maestría de Coreggio, misma que en esta etapa
última de su trayectoria, por su capacidad de expresión del movimiento y
dramatismo, lo proyectaban decididamente hacia el barroco del siglo XVII. Su
utilización de los bordes suavizados denota un estudio del esfumato de Leonardo,
quien estuvo pintando en el norte de Italia, justo en donde y en el tiempo en
que Corregio se formaba como artista. El estilo de Corregio es atemporal y
puede equipararse sin problemas al mejor arte del siglo XVIII. De hecho fue muy
valorado por los pintores del rococó.
Búsqueda incesante
En la actualidad, Corregio es más recordado por sus pinturas
mitológicas rebosantes de erotismo. Obras como "Leda con el cisne", "Ío y
Zeus" o "Danaé", son obras maestras de este maestro italiano, en su
particular expresión de una sexualidad libre y lúdica. Pero hay que
considerar también que Corregio pintó durante mucho tiempo, temas sacros.
Resultan por demás admirables sus pinturas para techos y cúpulas de Iglesias:
se trata de composiciones monumentales e ilusionistas, de características casi barrocas por
su dinamismo. Como ejemplo, basta recordar los frescos de la Iglesia de
San Juan Evangelista en Parma. Corregio intentó motivar en los
espectadores, una vivencia de mística contemplación.
Lo más grande en lo pequeño
Es posible que, aquello que trató de conseguir Coreggio a
través de la exploración del erotismo pagano o de la monumentalidad sacra, eso
cuya búsqueda lo motivó a desarrollarse plenamente como artista, lo hallará
finalmente en cuadros como "La Natividad", y en especial en sus pequeñas
pinturas devocionales. Estas últimas obras nos describen a una joven y tímida
Virgen María compartiendo instantes llenos de ternura y dulce intimidad con el
Niño Jesús. Corregio, pintor inteligente, educado y sensible, acaso quiso
compartir en su obra "La Natividad", el jubiloso hallazgo de esa luz-
sentido de la vida- que se expresa de mejor manera- más que en paganas hazañas
o en glorias resplandecientes- en el suave (y humano) contacto de una
madre y la inocencia de un pequeño.
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