A veces es interesante enfrentarse directamente a una obra de arte, sin referencias ni indicaciones que determinen la lectura que debemos hacer de ella. Y en especial una plástica como la cultivada por la pintora Leonora Carrington (1917) se presta para ello, por la libertad intuitiva con la que se ha gestado y de la cual nos invita a participar.
The House Opposite (1945) es una obra compleja y fascinante. Tiene todo el sello de Leonora: una atmósfera onírica, personajes fantásticos, vistosos colores y una desenfadada perspectiva. Pero por el mismo surrealismo que desprende esta obra, por esa cascada de sentidos que nos ofrecen sus múltiples detalles, puede ser complicado todo intento de aprehender holísticamente su sentido. Podría obtenerse una valiosa pauta para ello en el entorno biográfico de Carrington, relacionado con la composición de The House Opposite, sin embargo, la obra, en su prodigioso multifacetismo, motiva a esa exploración libre y azarosa de sus secretos.
Lo que se representa aquí, en primera instancia, es un espacio vasto y abierto; sin embargo, se encuentra definido por diferentes compartimientos que estructuran un gran ámbito. Pero cada uno de estos espacios se encuentra ocupado por diversos personajes. En general, se puede interpretar entonces esta surrealista arquitectura como una figuración de la realidad, un espacio vasto pero que solo puede ser concebido en las múltiples dimensiones vivenciales de quienes en ella habitan.
Los habitantes de esta casa encantada son extrañas presencias a medio camino entre animales, plantas y seres humanos. También hay fantasmas, y diminutas criaturas parecidas a duendes. Al final, todo alude a una transgresión del orden natural de las cosas: la casa opuesta es un lugar en donde todo puede suceder, puesto que se trata de un espacio abierto y al mismo tiempo clausurado (cada una de las figuras parece circunscrita a su habitáculo particular). La contradicción entraña dialéctica y por ende dinamismo, transformación y vida.
Cual si se tratara de una profunda revelación, tras emerger de la propuesta de sortilegios y sueños que nos ofrece The House Opposite uno podría preguntarse dónde se localiza esta casa fantástica, ¿a qué resulta opuesta? La clave de todo podría estar en la joven que duerme en un bosque de agua, misma que aparece, en la pintura, en una de las habitaciones superiores.
Es válido imaginar que tal soñadora es el crisol de este mundo extraño y maravilloso, sin embargo, existe también la posibilidad de que, así como nosotros, los contempladores de la obra, hemos aceptado ingresar en el espacio de otredad que se nos exhibe, quien sueña no hace sino lo mismo. Al final, la casa opuesta no es más que nuestro propio mundo visto desde “el otro lado”: desde ese reflejo de alteridad, de infinitas posibilidades de realidad- fluyendo en la inmanencia del ser- que solo la intuición y la imaginación pueden captar.
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