La figura protagonista del lienzo observa fijamente al
espectador y le muestra los dientes en feroz actitud. Las pinceladas del autor,
el holandés Karel Appel (1921-2006), demuestran brío y dureza pero, al mismo
tiempo, dotan a la composición de un cierto júbilo infantil. Appel comprendía a
la acción misma de aplicar la pintura sobre el lienzo como una suerte de catarsis,
a veces incluso extática y liberadora. Este talentoso creativo acostumbraba
mezclar una dinámica febril con latigazos cromáticos y temas casi atávicos.
Estas composiciones, retadoras y fascinantes, se acercan mucho al sentido del
Art Brut, rescatado por Jean Dubuffet.
Crear a contracorriente
"Fantasma con máscara" (1952) es una muestra
paradigmática del movimiento Cobra, mismo al que pertenecía Karel Appel. El
movimiento Cobra estaba integrado por artistas de Copenhague, Bruselas y
Amsterdam. Se definía por un tajante rechazo hacia la abstracción, tendencia
dominante en la creación plástica de la posguerra en el continente europeo,
puesto que la consideraban como una expresión demasiado pasiva, parca y carente
de vida. Ellos, por su parte, encontraban motivos inspiradores en la mitología
y los dibujos infantiles. Appel residió durante muchos años en la ciudad de
Nueva York, en donde realizó composiciones figurativas, utilizando
deslumbrantes tonalidades.
La verdad inexpresable
Para comprender el sentido de "Fantasma con máscara" y el de la obra entera de Appel, conviene citar aquí un fragmento del filósofo Zenón: “Sin discurrir, atravesando todas las cosas, es imposible que quien ya ha encontrado la verdad, tenga una posesión racional”. Por lo tanto, se puede interpretar una pintura como la comentada, como un intento por parte de Appel, para captar la verdad: atravesar todas las cosas por medio de la intuición y la inspiración artística. Pero cual si se tratara de un místico conocimiento, este buceo estético en la inmanencia resulta- aunque heroico- insuficiente. Lo irrepresentable, la inefable esencia de las cosas, permanece oculta, puesto que, como los sabios griegos antiguos comprendieron, la naturaleza ama esconderse.
Espejo de otredad
Quien contempla "Fantasma con máscara", debe hacer como
quien trata de entender las fuerzas inconmensurables de la naturaleza.
Pero incluso a cierta intensidad, la realidad se transfigura y exhibe su veta
enigmática, su inherente misterio. Y entonces los trazos lúdicos y visionarios
de Appel se entreveran en un singular espejo de otredad. Quien allí contempla
se descubre, se devela, en esa revelación en contra de las formas
tradicionales de la pintura. Finalmente la realidad se exhibe, gracias a la
creatividad chamánica de Appel, desnuda y liberada: un grotesco rostro de fiera
sonrisa, que nos observa más, entre más cerramos los ojos.
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