El op art de Vasarely va más allá de un divertimento visual,
ya que está motivado por una expresión de la relevancia de la tecnología en
nuestro mundo.
En las postrimerías de la década de 1960, el expresionismo
abstracto había perdido mucho de su empuje inicial, y muchos jóvenes creativos
exploraban nuevas fuentes de inspiración y estrategias manifestantes. En
Europa, este desplazamiento estético motivó la aparición de novedosas
tendencias. Dos de las más importantes fueron el arte cinético y el op art.
Ambas alternativas tomaban como fundamento la incorporación del movimiento como
recurso plástico privilegiado. Además, los cultivadores de ambos movimientos se
identificaban con los estilos de las vanguardias históricas.
Interesante tendencia
Importantes centros de investigación de las posibilidades
estéticas del movimiento, surgieron en diferentes partes de Europa a lo largo
de este periodo. De todos ellos, tal vez el más importante fue el Centro de
Investigaciones del Arte Visual, en París. Los resultados obtenidos por los
creativos de estos lugares, coincidían en que el movimiento podía presentarse
de manera real o virtual y, por este factor, había tres alternativas para su
representación en el arte. La primera forma usada por los artistas, era
bidimensional, intentando efectos de tridimensionalidad; una segunda opción fue
la del uso de la tridimensionalidad, pero con el añadido de elementos que
generaban una doble superficie. Finalmente, otros creativos intentaron el
movimiento en la obra, valiéndose de diferentes estrategias.
Efectos visuales
Justo de esta última opción partió el op art, y sin duda que
Victor Vasarely (1908-1997) fue su máximo exponente- tal vez solo equiparable
con Bridget Riley-. Desde pequeño a este artista húngaro le obsesionó el
movimiento. Sostenía que la obra solo alcanzaba sus mayores alcances cuando era
contemplada por los espectadores. El objetivo de los cuadros de Vasarely era
estimular la retina, y generar efectos sensoriales de vibración y movimiento.
Vasarely estuvo muy influenciado por el constructivismo ruso y las enseñanzas
de la Bauhaus, en lo que se refiere a la impresión de movimiento que se podía
producir con una imagen bidimensional. Obras como Vega-Gyongiy-2 (1971)
exhiben el uso que hacía Vasarely de colores básicos y formas elementales
dispuestas en construcciones de proyección científica, basadas en las leyes de
la óptica.
Pureza geométrica
Vega-Gyongiy-2 nos muestra una gran esfera conformada
de cuadrados y círculos de variados colores. Esta figura aparece
suspendida sobre una superficie de dos dimensiones, elaborada en idéntico
formato. De esta manera, Vasarely consigue una magistral sensación de espacio y
profundidad. La clave de Vasarely es el manejo que hace de contornos en
contraste y bordes muy marcados en sus figuras geométricas, mismas que resultan
bellas y lúdicas ante la vista.
Un aspecto interesante de esta propuesta, es la convicción
que tenía Vasarely acerca de sus trabajos, en cuanto a su valor social. La obra
de Vasarely estuvo desde un inicio proyectada al futuro y asociada
estrechamente a los alcances ilimitados de las máquinas y la tecnología para la
mejora del mundo. Este enfoque explica, en cierta manera, el éxito de sus
diseños en múltiples murales urbanos y conjuntos arquitectónicos tridimensionales.
A final de cuentas, Vasarely hace patente la plasticidad inherente a la
realidad- la capacidad que tienen los seres humanos para interactuar con su
materialidad en fomento de la vida- pero siempre a través de la belleza y la
pureza- geométrica, perfecta- del pensamiento racional impulsado por la
imaginación.
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