Una obra del renacentista Piero di Cosimo, puede dar
reveladoras lecturas acerca del combate interior que todos vivimos.
Perseo rescatando a Andrómeda (1515) es una obra del
artista florentino Piero di Cosimo (1461-1521). Olas colosales y violentas
reflejan el pavor que motiva el monstruo que acecha a la bella Andrómeda, la
cual yace encadenada a un peñasco. El héroe Perseo, quien acude en vuelo al auxilio
de su princesa, se muestra en doble representación: primero ingresando a escena
por la derecha y posteriormente, colocado sobre el monstruo con la espada en
ristre, listo para ultimar al terrible engendro marino.
Gloria antigua
Las pinturas de tema mitológico eran muy frecuentes y
populares en los tiempos de Piero di Cosimo. Quizás porque quienes encargaban
estas pinturas y ornamentaban sus hogares con ellas, deseaban dar la impresión
de ser conocedores de los textos clásicos, siendo que tales documentos estaban
de moda en aquellos tiempos de Renacimiento humanista y floreciente. Perseo
rescatando a Andrómedaformaba parte de una colección que engalanó los
interiores del Palacio de los Strozzi.
Genio y figura
Piero di Lorenzo, conocido posteriormente como Piero di
Cosimo, en honor a su maestro Cosimo Rosselli, fue un gran pintor, a la altura
de los grandes nombres del Quatrocentto: Boticelli, Perugino, Pollaiuolo y
Signorelli. No obstante, por su misma genialidad, tenía la tendencia a componer
sus obras de una manera tan poco ortodoxa que se generaron muchos rumores
acerca de su estilo de vida. Giorgio Vasari menciona que Piero di Cosimo era
considerado extravagante y misántropo. Se cuenta que vivió recluido durante
años, alimentándose solamente de huevos duros. Pero su arte exquisito,
caracterizado por una ingenuidad cautivadora y un patente erotismo, lo hacen
parecer adelantado a su tiempo, de una cierta modernidad. De hecho, su
tendencia a lo fantástico, su predilección por los seres extraordinarios y
bizarros, fueron aspectos que lograron su revalorización estética posterior,
por parte de los surrealistas. Piero di Cosimo fue un maestro en la captación
de la naturaleza, la intimidad y en la exploración del color.
Vencer con el arte
En Perseo rescatando a Andrómeda se puede efectuar
una lectura simbólica reveladora. Se sabe que el mar es un referente de la
fuerza vital inagotable, pero también del abismo que lo absorbe todo. Por lo
tanto, es un ámbito contradictorio y primordial, siendo que también simboliza
al inconsciente. Justo de este espacio surge el monstruo marino que
busca devorar a Andrómeda. El monstruo alude a aspectos amenazadores de la
naturaleza, pero también del propio espíritu: refiere a las dificultades y
pruebas que existen en la ruta del desarrollo de la personalidad. Andrómeda por
su parte, es una virgen: inocencia y posibilidades por realizar. Su destino en
las fauces del monstruo señala un sacrificio, una ofrenda de ser.
Pero he aquí
que tenemos a Perseo, un héroe que, imaginado por Piero di Cosimo, puede volar,
y tiene una formidable espada. Esto alude a las aves. Un detalle importante es
que los psicoanalistas comprendían a la figura del ave como una proyección
interior de un durmiente contemplando su propio sueño, es decir, lo más
profundo de la conciencia. Y, por otro lado, la filosa arma del héroe señala a
la separación entre lo bueno y lo malo, es decir, la justicia, el orden.
Con estas claves podemos interpretar que, en Perseo
rescatando a Andrómeda, el verdadero combate acaso se presenta en lo que no se
percibe de manera visual, por lo menos no directamente. En última instancia,
¿quién fue el verdadero monstruo, aquel ser marginado de costumbres extrañas y
talante huraño? Tal vez la criatura que emerge del mar, es decir, de lo más
profundo del alma, no sea sino una proyección del propio Piero di
Cosimo. Y de la misma manera, otras facetas de su personalidad, como por
ejemplo, su pureza interior, imaginativa y libre, con todas sus posibilidades
de ser, sacrificada ante las circunstancias de vida; o bien, su voluntad
creativa, redentora, justa y ordenadora de su personalidad, se vean
reflejadas en Andrómeda, Perseo y los demás personajes de esta obra.
Quizás la composición más bella, acaso no culminada jamás, por parte de Piero
di Cosimo, haya sido intentada, con arte, vida y corazón, en su propio e
intenso interior.
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