sábado, 31 de marzo de 2012

El origen del lenguaje según Demócrito

De acuerdo al filósofo Demócrito, las palabras y las cosas no tienen una relación inherente. Sin embargo, su vinculación pragmática ha dado origen al mundo.


¿Existe una correspondencia cierta, entre las palabras y las cosas? El lenguaje, tal y como lo utilizamos día con día, ¿tiene un origen natural, o bien, uno basado en convenciones? El filósofo griego Demócrito (460-360 a.C.), nos ofrece una posible respuesta. En una visión a contracorriente con las perspectivas de su tiempo, Demócrito, opinaba que las palabras nada tienen que ver con los objetos que -de cualquier manera- representan. En realidad, se trata de referencias totalmente convencionales: en diferentes lenguajes, se usan términos distintos para señalar a una misma cosa.

Demócrito fue quien desarrolló por vez primera, en la historia de la filosofía, la noción de convencionalismo lingüístico. Las palabras, fonéticamente, no tienen en sí, significado alguno. Su capacidad comunicante se fundamenta en convenciones, que obtienen significado, por el uso cotidiano que se les da. Demócrito supo percibir la pragmática inherente a la relación de las palabras y las cosas.

El origen de la vida en común

De acuerdo a Demócrito, los primeros seres humanos, al ser atacados con frecuencia por los animales salvajes, tuvieron que auxiliarse mutuamente. Por lo cual, debido a esta convivencia forzosa, por el temor y la búsqueda de utilidad para todos, se dio origen a la sociedad. Y así, Demócrito consideraba que los sonidos inarticulados y sin sentido, que estos primeros hombres emitían, paulatinamente dieron origen, por la cotidianidad y los convencionalismos, a expresiones significantes para todos. Poco a poco, los objetos fueron definiéndose e identificándose con ciertos términos en específico.

La diversidad de idiomas

Por otra parte, la pluralidad de idiomas existente era explicable, de acuerdo a Demócrito, porque tales agrupaciones de seres humanos se produjeron en varias partes del mundo. De tal suerte que, no pudo aparecer un lenguaje común para todos. Pero además, - y con genial perspicacia- Demócrito propone que, los diferentes idiomas, dieron origen a naciones distintas. Pero aún más, la invención del lenguaje propició el surgimiento de las diversas artes y ciencias. Demócrito lo enuncia de esta manera: “Descubierto el fuego y las otras cosas útiles a la vida, al poco también descubrieron las artes y todos los otros medios que favorecen la vida en sociedad. Así, en general, el mismo uso de cada cosa fue el maestro de los hombres, haciendo familiar el aprendizaje de cada una de las habilidades a este ser bien dotado y que dispone de eficientes cooperadoras para cualquier ocurrencia: las manos, la razón y la versatilidad de la mente”.


La lección de Demócrito


Sorprende la lucidez con la cual Demócrito intuyó los orígenes del lenguaje y su rol imprescindible como crisol la cultura. Pero, en este mismo sentido, también resulta asombrosa, la manera en la cual se olvida esta circunstancia en la actualidad que compartimos. Y es que, si en la manera de expresarnos se gestan los posibles alcances que puede tener la civilización, conviene procurar que esta sea, en todo momento, bella, tolerante y sobre todo, para todos comprensible.


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