La obra conocida como "La Virgen y el Niño con santos" (1497),
elaborada por Pietro Perugino (1448-1523), es un óleo sobre tabla (276 X 213
cm) y se conserva actualmente en la Pinacoteca Nacional de Bolonia. Retablos
con la Virgen y el Niño Dios acompañados de los santos patronos de cierta
familia, eran habituales en las capillas de la Italia renacentista. En el caso
de esta obra, Perugino ha incluido dentro del conjunto de figuras representadas
al arcángel san Miguel, santa Catalina de Alejandría, santa Apolonia y san Juan
Evangelista.
Distintivos de vida
Es interesante observar que, como era también habitual en
las obras de arte de este tiempo, cada personaje es acompañado por un objeto o
atributo que refiere a ciertas etapas de su vida. Así el caso de Santa
Apolonia, que se presenta con unas tenazas en las manos. Este instrumento alude
a la tortura a la cual se vio sometida esta santa en cierta ocasión en que se
intentó que renunciara a la fe cristiana. O bien, el caso de san Juan, a quien
Perugino lo representa acompañado de un águila, símbolo de su evangelio
elevado, abstracto y visionario. De acuerdo a lo anterior, una buena manera de
hacer trascender el arte de Perugino sería identificar aquellos elementos que
son caros para nosotros en ciertos momentos de nuestra vida y atesorarlos como
distintivos que, con el tiempo, nos sirvieran para dar cuenta de los derroteros
de nuestro vivir.
Belleza y paradigma
En "La Virgen y el Niño con santos", Perugino hace gala de su estilo
exquisito: figuras alargadas de porte elegante, en posturas que expresan una
languidez delicada. Las cabezas inclinadas gracilmente. Esta composición,
típica del Quattrocento, exhibe un planteamiento sencillo, en este caso con la
Virgen y el Niño en las alturas y los cuatro santos debajo. Destaca por lo
tanto, la simetría y el orden en la proyección de esta pintura. Lo que desea
resaltar verdaderamente Perugino es la transparencia y la belleza de las
personas representadas. Esto expresa las ideas renacentistas que florecían en
el ambiente en el que Perugino trabajó: para los artistas del Quattrocento lo
más importante era consolidar una revalorización del individuo, ya sea eliminando
el anonimato creativo- característico de etapas culturales previas-, ponderando
el paradigma del “artista genial”, o bien, exponiendo, a través de las
obras, la belleza inherente al ser humano, considerado en estos días como la
obra más perfecta de la creación. La trascendencia en el arte de Perugino no
precisa de otra manifestación sino la más sincera y sencilla idealización de lo
humano.
Arte ennoblecedor
Artistas relacionados con la obra de Perugino son, por
ejemplo, Andrea del Sarto, Jacopo della Quercia, Luca Signorelli, pero sobre
todo Rafael, quien fue su discípulo. La influencia de Perugino en las
creaciones del primer Rafael es algo innegable. Se podría ir más allá y
proponer que así como Rafael recibió un positivo impulso en su desarrollo
espiritual gracias al arte de Perugino, esto se debe, más allá de lo
circunstancial, al propio valor de las composiciones del maestro. Obras como "La
Virgen y el Niño con santos", no son bellas solamente por la técnica que
exponen, sino también porque sirven como espejo de ideales de ser y creación
de sí, para todos aquellos quienes las contemplan con el intelecto y el
corazón.
Enlaces relacionados con este tema:
El arte de Pietro Perugino
La pintura italiana hacia 1500
El arte de Correggio
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