jueves, 13 de septiembre de 2012

Las cosmogonías

Las cosmogonías son mitos que intentan dar cuenta de la irrupción del ser y la vida, en el caos primordial, y sirven como modelos orientadores del existir. Una cosmogonía es un relato acerca de la creación del mundo. Cada tradición religiosa o cultural expone sus particulares mitos o teorías acerca del nacimiento del universo, o del origen de todas las cosas.


El ser irrumpiendo fuera de la nada, o la aparición repentina del cosmos, son perspectivas ajenas a la historia, desde un punto de vista ortodoxo, puesto que se carece del testimonio de un testigo. La realidad que se puede percibir por los sentidos, está derivada de la creación y también las criaturas, pero no la creación misma.

Del silencio al silencio

Por lo demás, todo origen remite a lo sagrado. Su exposición natural es el mito, ya sea uno concebido por el hombre, o bien, una revelación divina. No obstante, estos relatos fundacionales temporalizan necesariamente, a fin de expresarlo, lo que escapa por definición, al tiempo, de acuerdo a las limitaciones propias de lo existente. La cosmogonía es una humanización de lo sobrehumano. Si bien resultan fantásticas e imaginativas, precisamente en esa libertad hermenéutica las cosmogonías tienen su particular sentido y verdad. Son humanas maneras de justificar la irrupción del ser y de la vida. Por lo demás, las cosmogonías surgen de una universal intuición de trascendencia, es decir, de la generalizada tendencia a atribuir la creación del cosmos a uno o varios seres divinos. En parte, es una manera de enfocar el problema de los orígenes, desde otra cuestión: la posibilidad de la trascendencia.

Sentido primordial

Algunas cosmogonías no toman como punto de partida la nada, sino el caos. En ellas, elementos como las tinieblas, la tierra o las aguas preexisten desde siempre. Todos ellos se ven alterados, dinamizados, por cierta energía de donde nacen la luz y el orden. Por lo consiguiente, el centro del problema no estriba tanto en el aspecto de los orígenes, sino en el de la causa organizadora. Esta última ha sido identificada, de acuerdo a distintas culturas, como el soplo, la palabra (el logos) o el espíritu. En general, todas las cosmogonías, independientemente de la tradición de donde partan, refieren a determinados modelos de comprensión del mundo, y coadyuvan a que las personas entiendan el despliegue que la energía ordenadora ha tenido desde el surgimiento de las cosas -el sentido de lo real-, y a partir de ello, orienten sus particulares proyectos de vida.

Sacrificio épico

Desde otro enfoque, estudiado principalmente por Jung, cualquier cosmogonía tiene mucho que ver con la noción de sacrificio. Y es que, darle forma a la materia, es una manera de participar en el despliegue de la energía primordial para alterarla. Pero esto último no puede ser factible sin lucha de por medio. Por ello, las cosmogonías más importantes incluyen, por lo general, teomaquias, es decir, batallas entre los dioses, gigantomaquias terribles en las que dioses y héroes entablan formidables contiendas, en donde se arrojan montañas y se vuelcan océanos. Esto simboliza que la vida y el orden no parten sino de la muerte y el caos: toda transformación implica una destrucción previa, cambiar es al mismo tiempo nacer y morir.

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