martes, 18 de septiembre de 2012

El diálogo "Hipias Mayor" de Platón

En el diálogo "Hipias Mayor", Platón, a través de Sócrates, intenta definir a la belleza. Al final, lo único que se obtiene es una incertidumbre reveladora.


Hipias Mayor es un diálogo en donde Platón se ocupa de la búsqueda de lo bello. En este texto se presenta al sofista Hipias, convencido de que puede ofrecerse fácilmente una definición acerca de ello. Sin embargo, a Sócrates ninguna de ellas le satisface, por ser todas estas definiciones particulares en demasía, y la belleza, en contraste, es una cualidad de conjunto.

Para Sócrates la belleza no es reductible a lo útil, y tampoco al bien (por lo menos así lo plantea en este diálogo Platón). No puede ser reducida a lo que es agradable, puesto que existen muchas maneras de darse el agrado.

La secreta complejidad del ser

Tras haber refutado todas las propuestas definidoras de Hipias acerca de lo bello, Sócrates le pregunta a su interlocutor, si es que la belleza no podría encontrarse en las personas y las cosas bellas, derivada de la presencia de una existencia o esencia (ousia) que todas ellas comparten y sin agotarse totalmente en ninguna. El diálogo Hipias Mayor, parece finalizar con una sutil incertidumbre y un horizonte abierto: “Ando errante por todas partes en perfecta incertidumbre”. El astuto Sócrates acepta que el saber es cosa difícil, pero- y de esta manera culmina este diálogo platónico- todas las cosas bellas son difíciles.

La frontera del entendimiento

Resulta interesante comparar al Hipias Mayor con aquellos diálogos platónicos en donde se propone a la virtud como ciencia, y que suelen complementarse con el diálogo Ión, en donde, por sobre la ciencia, se expone lo que quizás sea una forma del célebre “demonio socrático”: esa Oeía uoipa (gracia divina) influjo enigmático que inspira a los artistas y poetas. Es factible identificar en un diálogo posterior, el Crátilo, una derivación de esta Oeía uoipa, en el famoso episodio en el que Sócrates se ve colmado, repentinamente, por una suerte de trance divino.

Lo indecible y su belleza

Tal vez el sentido de la búsqueda infinita de la belleza que nos ofrece el Hipias Mayor, de Platón, sea comprensible asociándolo con tal elemento “demoníaco” del diálogo Ión, vivencia indecible, que acontece ante la perspectiva de lo bello, y que trasciende toda técnica: la inspiración. Las personas y las cosas bellas, tal y como sucede con los poetas, son una especie de portavoces del dios y su mensaje inspira a los contempladores. De esta manera, la razón y lo intuitivo se (re)concilian en las fronteras de la metafísica, la magia y el misticismo.
















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