sábado, 14 de junio de 2014

Evocación de Ulises

Monarca de Ítaca, Ulises- “Odiseo” en griego-, participó en la Guerra de Troya, en el marco de la cual le fueron otorgadas las armas de Aquiles después de la muerte de este colérico caudillo. Ulises estuvo después una década completa, errabundo, superando grandes desafíos, antes de retornar a Ítaca, donde lo aguardaban su hijo Telémaco y Penélope su esposa, acosada por numerosos pretendientes. Ulises derrotó a estos últimos y retomó el trono de Ítaca. 


En la Ilíada, Homero nos lo presenta como un eficiente guerrero y orador incomparable, cuyas palabras son similares a la densidad y la regularidad de copos de nieve en el invierno. En la Odisea, en cambio, Homero nos presenta a Ulises en un dilatado viaje por mar, abundante en tormentas, situaciones de naufragio y riesgosas escalas. 

Ulises podría simbolizar, en cierto sentido, la condición humana. Es una figura definida por su curiosidad, energía, ingenio y gran inteligencia. Ulises exhibe un intrépido deseo de conocimiento del mundo, que posteriormente Dante Alighieri ponderará en “La Divina Comedia”. 


No obstante, Ulises, héroe astuto, también es un maestro de la mentira, tal como lo fue Autólico, su abuelo. Representa, en cierto modo, el poder de la fabulación, y esto lo resalta en “El Nacimiento de la Odisea” Jean Giono. La figura de Ulises también puede proyectarse como un cínico sin limitaciones, como sucede en las tragedias de Eurípides (Hécuba) y Sófocles (Filoctetes). Estamos entonces, ante un personaje con muchas facetas y un ambiguo talante. 

Tan equívoca estampa ha sido explorada por una extensa tradición literaria, la cual él hizo surgir, pero esto no le imposibilita ser considerado, ya desde el Mundo Antiguo, como un héroe amparado por los dioses. Ulises es el predilecto de Atenea. Esta deidad, protectora de la sabiduría y de la astucia, reconoce en Ulises cualidades que ella misma encarna, en el ámbito de la divinidad. 

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