domingo, 7 de octubre de 2012

El arte de Maria-Elena Vieira da Silva

No obstante se trata de un cuadro de amplias dimensiones, "La biblioteca" (1949), exhibe una intensa fragmentación. De entrada, se exhibe como un cuadro abstracto: miriadas de pequeños campos se relacionan para darle forma a la estructura pictórica. Sin embargo, las obras de Maria-Elena Vieira da Silva (1908-1992) incitan a exploraciones visuales, contemplaciones pausadas para descubrir asociaciones reveladoras. El trasfondo de "La biblioteca" es plenamente lúdico: un desafío en el que se juega la subjetividad misma del contemplador.


Diferentes motivos se esparcen a lo largo de todo el lienzo, el espectador ha de recorrer los pasajes que estructuran puntos de vista frontales, diagonales, altos y bajos. Maria-Elena Vieira da Silva ha construido una dimensión onírica- espacial, visionaria e inmersiva. El alcance de su planteamiento trasciende por completo las dimensiones físicas de la obra.

La arquitectura que expone "La biblioteca" es atemporal. Sin embargo, voluntariamente, la autora vincula la arquitectura ilimitada de este ámbito fantástico con referentes identificables de la realidad material. En esos campos de color, extendiéndose libremente a lo largo del lienzo, se pueden identificar corredores, estanterías, escaleras, techos y galerías. La clave de la obra, lo que dinamita el sentido común y la percepción convencional del espectador, son las vastas líneas curvas y las líneas oblicuas, así como también las muchas capas temporales. Son dispositivos del absurdo con los cuales Maria-Elena Vieira da Silva consigue profundizar, a niveles insospechados, las fantasías que le han despertado- y que comparte con los espectadores- los tesoros de una biblioteca.









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