En una de las obras más sencillas y sobrias de la historia del arte podría hallarse un mensaje de gran simbolismo acerca del valor de la libertad de ser.
Se denominó como suprematismo al movimiento pictográfico- y artístico en general- orientado hacia la representación de las formas geométricas básicas, principalmente el círculo y el cuadrado. Este movimiento se inició en Rusia en 1915 y su fundador fue el pintor Kasimir Malevich (1878-1935). El suprematismo- el cual apareció de manera simultánea al constructivismo- partía justamente de las ideas de Malevich, entusiasta promotor de la arte no figurativo y en especial, de la abstracción geométrica.
La intención principal del suprematismo era ir en contra de las manifestaciones artísticas convencionales, investigando las posibilidades expresivas- y fomentadoras de la sensibilidad- de la nada y la representación de una realidad sin objetos.
Malevich era de origen polaco. Caracterizado por un talante de intenso espiritualismo, Malevich culminó el movimiento del suprematismo con la obra "Cuadrado blanco sobre fondo blanco" (1918), la cual se conserva en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Esta composición no exhibe nada más que lo que su título nos comenta: un cuadrado blanco distinguiéndose, por una sutil variación de tonalidad, de un fondo níveo. ¿Cómo comprender el sentido de una pintura tan sobria? Podría pensarse que se trata de una irónica manifestación por parte de Malevich, en contra de los cánones estéticos de la pintura figurativa, y la manera en la que se la contempla en los museos y galerías. Sin embargo, aquí se desea resaltar el valor simbólico que exponen los dos elementos esenciales de esta representación: la figura geométrica del cuadrado y el color blanco.
La perfección inmóvil
El cuadrado es una de las formas geométricas con mayor fuerza simbólica. Se lo considera como uno de los cuatro símbolos fundamentales junto con el círculo, el centro y la cruz. El cuadrado expresa lo anti-dinámico, puesto que se expone fijo sobre sus cuatro costados. Debido a ello, el cuadrado transmite solidificación, anquilosamiento, la perenne estabilización de lo perfecto. En tanto que lo circular comunica movimiento y vivacidad espontánea; lo cuadrado, lo anguloso, las líneas bruscas y duras, refieren a la inmovilidad y la estabilidad absoluta. Finalmente, en su asociación con el número cuatro, el cuadrado alude a la perfección divina, es la cifra del máximo desarrollo de lo manifestante, de la realidad inmutable y eterna.
El estado límite
El color blanco, por su parte, tal y como el negro, puede ubicarse en los extremos de la escala de colores. Por lo consiguiente, simboliza el comienzo y el final de la existencia diurna y de la cotidianidad, tal y como se hace patente. Esto último de otorga al blanco una cualidad asintótica, es decir, ideal. Es, en cierto sentido, una frontera entre lo visible y lo invisible. Debido a ello, el blanco es un valor límite, y refiere perfectamente al alba y el ocaso: el nacimiento y ocultamiento del sol, el ritual cósmico de la muerte y el renacimiento.
"Cuadro blanco sobre fondo blanco de Malevich", de acuerdo a lo anterior, podría comunicarnos un mensaje más profundo que una simple crítica mordaz, en clave pictórica, a la ortodoxia estética. El fondo albo de la obra, el espacio cuadrado que enmarca al cuadrado menor, representaría a la perfección divina, a la meticulosidad de la naturaleza, al ideal que transmite cualquier figuración de totalidad. Y en este espacio inalterable y permanente surge un cuadrado- lo humano- que si bien se asemeja en todo al fondo que la propicia, se distingue del mismo con un simple detalle: la (espontánea) inestabilidad de su posición y el (libre) cambio de tono de su blancura. Y es que el blanco es color de vida, de posibilidades por realizar. Color del alba y del ocaso, como quiera que sea, el blanco es señal de renacimiento.
El infinito del libre vacío
Vassily Kandinsky, otro gran artista, podría haber comprendido perfectamente el sentido del color blanco, de acuerdo a como lo ha plasmado Malevich en esta obra. Para Kandisnky el blanco es: “…el símbolo de un mundo donde todos los colores, en cuanto propiedades de las substancias materiales, se han desvanecido… el blanco actúa sobre nuestra alma como el silencio absoluto… Este silencio no esta muerto, rebosa de posibilidades vivas… Es una nada llena de alegría juvenil o, por decirlo mejor, una nada antes de todo nacimiento, antes de todo comienzo…”
"Cuadrado blanco sobre fondo blanco" podría expresar el valor de lo humano frente a la trascendencia que lo determina, pero sin agotar sus posibilidades de ser. Una tautología cósmica en donde lo incluido refiere a lo que lo contiene, pero a su manera: plena de apertura, pureza y sobre todo, autonomía.
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