miércoles, 4 de abril de 2012

Arte, forma y racionalidad

En cierta etapa crítica del siglo XX, diferentes creativos abandonaron la experimentación a ultranza por un arte más clásico, racional y comprensible. El anhelo de orden y el sortilegio imperecedero de lo clásico, se hizo patente, como nunca antes, en cierta etapa del siglo XX. Tras la época de las vanguardias y con el trágico fin de la Primera Guerra Mundial, el arte en Europa vivió un tiempo de reflexión y de revaloración de los motivos inspiradores tradicionales.


Pablo Picasso, por ejemplo, quien durante toda su carrera había sobresalido por su multifacético estilo pictórico, luego de un viaje a Italia, dejó por completo al cubismo y asumió una expresividad patentemente clásica. Los personajes de sus obras aparecieron con volúmenes perfectamente delineados. Una muestra de ello la tenemos en su delicada pintura, Los amantes (1922). Justo en ese tiempo, Henri Matisse se abocaba a la temática de las odaliscas y plasmaba hermosas féminas, exóticas y seductoras, desde una estética principalmente decorativa, plena de luminosidad y de evocaciones de la enigmática feminidad. Lo anterior puede ejemplificarse con su bella obra Figura decorativa sobre fondo ornamental (1925-1926).


Por otro lado, en la Alemania vencida y deseosa de una honda regeneración, la escuela de la Bauhaus, inaugurada en 1919, en Weimar, por el arquitecto Walter Gropius, fomentaba una visión rica y sistemática acerca de la importancia de la estructura, las formas geométricas, y la eficaz sencillez de la línea. Esta intención estética por parte de la Bauhaus se hace patente en composiciones Calle de noche (1929) de Lyonel Feininger, o en Composición rosa (1930) de Oskar Schlemmer.


La propuesta artística y cultural de la Bauhaus propició importantes colaboraciones e intercambios de opiniones entre diferentes creativos. Una de sus metas era la fusión entre arte y artesanía para así, elaborar obras bellas y al mismo tiempo funcionales.

A partir de ello, artistas de la más diferente tendencia se conciliaron en la Bauhaus, para estudiar en equipo los elementos esenciales del lenguaje visual, de las diferentes técnicas y materiales que en ese tiempo se manejaban. El enfoque que se cultivaba en esta afamada escuela era inclusivo, sin hacer distinciones entre artes aplicadas y artes mayores. Con el cierre de la Bauhaus en 1933, por obra de los nazis, la partida de los maestros de esta escuela alemana, impulsó la diseminación de las ideas constructivistas por todo el orbe.


Tanto la orientación general de la Bauhaus, como ese retorno a lo clásico por parte de importantes maestros de la pintura, parecen señalar cierta luz de racionalidad y humanidad, que se hace manifiesta en los periodos más sombrios de la historia.


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