Por medio de ingeniosas técnicas pictóricas, Max Ernst logró vencer a Dalí en un singular concurso y gracias a una obra extraña y fascinante. Max Ernst (1891-1979) fue uno de los artistas más importantes del movimiento surrealista, aunque en cierta etapa de su carrera se separó de ellos y siguió su propia ruta estética, aunque siempre dedicada a explorar las simas de la psique humana.
Ernst en sus inicios exhibió una tendencia a representar estructuras huecas y cilíndricas. Esto se debió a la gran influencia que este pintor alemán recibió por parte de Giorgio de Chirico y, además, a la predilección característica de los surrealistas para plasmar en sus obras elementos opuestos en tensión: lo interior y lo exterior, la consciencia y la subconsciencia, etc.
Talento e imaginación
No obstante, a partir de la década de 1920 sus pinturas se colman de bosques densos, hordas salvajes, apocalípticas borrascas, flores-molusco y monumentos-pájaro. En estas obras, Ernst enriqueció la pintura con técnicas novedosas como el frottage, el grattage o la calcomanía, las cuales fomentaron el azar, dinamizador de la imaginación, en su particular proceso creativo.
En 1945, Ernst resultó ganador en un concurso de dibujo organizado por una firma de cine estadounidense. El tema del certamen fue "La tentación de San Antonio”, con motivo de la cinta La vida privada de Bel-Ami del realizador Albert Lewin. La competición fue muy disputada: se sabe que en ella participó otro gran artista, el español Salvador Dalí.
Tortura interior
Acerca de su obra, Ernst comentó alguna vez que San Antonio se mostraba en ella, clamando por auxilio, en las aguas anquilosadas de su alma decadente, y recibiendo como única respuesta los ecos de sus más profundos miedos: las irónicas risas de los engendros fugados de su propia fantasía.
En La tentación de San Antonio, Ernst pinta al asceta con un hábito carmesí, padeciendo torturas indecibles por parte de monstruos extraídos su delirante interior. Tales criaturas son extraños híbridos de animales, plantas y seres humanos. Si bien el planteamiento de esta pintura tiene estrechas vinculaciones con el movimiento surrealista - al cual Ernst estuvo muy cercano, desde los años veinte y hasta el final de la década de los treinta del siglo XX - en realidad, La tentación de San Antonio, se relaciona más con la tradición de la pintura medieval alemana, por ejemplo, en la representación de este mismo tema desarrollado de manera impresionante, por Matthias Grünewald.
El arte y los sueños
En ciertas áreas de La tentación de San Antonio, Ernst se valió de una de sus mencionadas técnicas de vanguardia: la decalcomanía. Este procedimiento consiste en colocar un poco de pintura entre dos superficies- generalmente una hoja de papel y una placa de vidrio- y hacer presión con ellas. El resultado son singulares estructuras que estimulan la imaginación del artista y que interpreta de acuerdo a su particular visión creativa, dándole forma, así, a los siniestros habitantes de este onírico paisaje.
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