El logos fue, para los sabios griegos, la noción más importante, y en el enigma tuvo una definición concreta de sus límites y reales alcances. Logos es el término más significativo de toda la filosofía griega. Inicialmente significaba “palabra”, “discurso”; no obstante, cuando se dio el cambio de paradigmas de lo mítico a lo filosófico, entonces logos llegó a señalar cualquier explicación racional de los fenómenos de la realidad.
Heráclito de Éfeso, quien utilizó la noción de logos por vez primera, realizó una perspicaz observación acerca de ella: “Aunque todo ocurra según el logos (es decir, según la razón), los hombres son obtusos por lo que respecta al logos tanto antes como después de haber oído hablar de él, y parecen inexpertos al respecto”. Lo cual quiere decir que, ser racionales, no implica contar con una teoría de la racionalidad. Se puede usar de manera correcta la inteligencia sin tener un conocimiento profundo acerca de ella, ya que la inteligencia, se hace patente en lo cotidiano, como una habilidad adquirida por medio de la experiencia. Todos hacen uso de la razón, en distintos grados, pero nadie puede dar una definición cabal acerca de su manifestar.
El crisol de la sabiduría
El racionalismo griego parte de la anterior contradicción. Por supuesto, los griegos no fueron los primeros que hicieron uso del logos, pero sí fueron los primeros en preguntarse reflexivamente acerca de su sentido. Una muestra de ello, es la gran cantidad de significados que tuvo el término logos en la lengua griega antigua: expone una intensa búsqueda por sus reales alcances. Por ejemplo, logos, de acuerdo a los distintos usos que se le dio, refería a cálculo, evaluación, discurso, causa, razón de ser, estimación, juicio, argumento, pensamiento, necesidad, etc. Puesto que los griegos no se mostraban satisfechos con la simple utilización del logos para situaciones concretas, y preferían la elaboración de una teoría acerca de ello, buscaron ciertos discursos en donde el logos parecía no ser conducente.
Los límites del logos
Los discursos mencionados en donde el logos parece no funcionar son: la antinomia, el dilema, los paralogismos y el enigma. Antinomia es un razonamiento correcto pero sin solución alguna; el dilema,un argumento que presenta dos posibilidades contrarias, que se plantean ambas como factibles. Los paralogismos son razonamientos que incluyen errores, disimulados bajo una virtual coherencia.
Finalmente- el más importante-, el enigma, plantea un desafío a la inteligencia, y consiste en una pregunta estructurada de manera ambigua y oscura, que, sin embargo, cuenta con una solución precisa. Los griegos representaron el enigma a través de una figura fascinante: la esfinge, una criatura con cuerpo de león, alas de ave de rapiña y cabeza femenina. Este monstruo- sin relación alguna con la esfinge egipcia- les proponía un enigma a quienes lo visitaban, y aquellos incapaces de dar con la solución, eran devorados entre sus fauces. En esta imagen mitológica, se hace patente la relevancia que tuvo la apuesta para los griegos: por un lado, el aspecto lúdico, agonístico del logos y por otro, la rotunda validez de este último, como ley de vida y condición de posibilidad de la sabiduría.
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