En una siniestra obra, Bruegel podría exponer el real valor de la civilización y la racionalidad, en el marco del caos, la violencia y la decadencia social.
Pieter Bruegel el Viejo (1527-1569), también conocido como Bruegel el Campesino, ingresó al gremio de artistas de Amberes en 1551. Un año después realizó un viaje a Italia, importante para su formación artística. Para 1554, de nuevo en Amberes, colaboró con Hieronymus Cock en una serie de grabados nombrado como Grandes Paisajes.
Bruegel, en 1565, se instaló en Bruselas, en donde llegó a ser reconocido como un importante humanista. Fue un integrante del círculo de creativos cercanos al poeta Dirck Volckertsen Coornher.
Un gran maestro
En sus obras, Bruegel adecuó la idealización renacentista del hombre a los campesinos, a los cuales plasmó en sus esforzadas labores y en sus ratos de esparcimiento. Con características que a veces lo acercan al arte del Bosco, las pinturas de Bruegel exponen los detalles más mordaces, grotescos y tragicómicos del existir. Este famoso pintor fue el artista más influyente de su tiempo y dejó una influencia notables en la pintura flamenca y de los Países Bajos a través de sus paisajes, tan realistas como poéticos. Algunas de sus obras maestras son: “La torre de Babel”, “Cazadores en la nieve (invierno)” y “El triunfo de la muerte” (1562).
Obra siniestra y genial
Esta última pintura se conserva en el Museo del Prado, en Madrid. “El triunfo de la muerte” pertenece a un conjunto de trabajos, por parte de Bruegel, que abordan, de modo drástico y sin concesiones, la finitud de la vida y los límites de los afanes humanos. En esta obra monumental, se nos presentan, como dinamizadores de un ámbito siniestro (cual si fuera la antesala a un averno dantesco), a los vicios, el miedo, la violencia y la locura. Una horda feroz de esqueletos-comandada por la muerte misma, a caballo y guadaña en mano- arrasa con la tierra y sus habitantes. Las personas, aterradas ante esta debacle, adoptan diferentes actitudes y acciones frente a la inminente catástrofe. En “El triunfo de la muerte”, Bruegel se aproximó, más que nunca, al estilo creativo del Bosco.
La última palabra
Esta obra quizás nos ofrezca, gracias a la perspicacia de Bruegel, una pauta de reflexión en torno al valor de la razón y la civilización, como fomentadores de vida, en el marco de la decadencia y el caos. Tanto las actitudes destructivas del ejército de la muerte, como la de las personas que lo sufren y afrontan, son particulares de lo humano. Y así, el triunfo de la muerte, si bien es incuestionable, no deja de ser también, desde cierto enfoque, meramente relativo. Y es que la existencia, a final de cuentas, con sus variadas facetas- unas terribles y denostables, otras heroicas y conmovedoras- solo puede ser comprendida por la nobleza de quien perdura en su ser hasta las últimas consecuencias, y así lo expresa.
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