Las puestas de sol tienen una proyección física bastante singular: las cosas se perfilan de una manera sutil bajo la tenue luminosidad del ocaso. No obstante, también merece ser resaltada la experiencia interior que se desprende de las puestas de sol. De inicio, el sol al ocultarse refiere al descanso, a una imperiosa necesidad de renovación. Es posible que no nos percatemos, tanto como se debería, de la pluralidad de existencias que se despliegan en nuestro ser continuamente: la física, evocadora, imaginativa, pulsional, etc. El ocaso es una cósmica solicitud para dejar que ciertas de estas maneras de vivir, se explayen sin constreñimientos. Por otro lado, los ocasos también se relacionan con el cumplimiento de una jornada. Independientemente de las actividades que desarrollemos, la culminación del día, casí siempre, nos hace sentir una satisfacción interna, lo cual resulta altamente revelador. Saber que se ha avanzado en algo, percibir que cierto periodo no ha sido infructuoso, nos señala que todo tiene un sentido, aun cuando este sea algo que se construye paulatinamente: con el mismo impulso- paciente y constante- con que se moviliza el cosmos en el firmamento para ser contemplado.
Enlaces relacionados con este tema:
Tweet
No hay comentarios:
Publicar un comentario