domingo, 25 de septiembre de 2011

El cosmos de los indígenas mesoamericanos

Para los pueblos de Mesoamérica- en tiempos prehispánicos- el espacio, en torno al ser humano, entre el cielo y la tierra, no era un ámbito neutro, sino, todo lo contrario, una dimensión colmada de fuerzas primordiales de la creación y de la segura presencia de los dioses.


El plano horizontal estaba estructurado en cinco puntos cardinales: centro, este, norte, oeste y sur. Pero, aparte del centro, los puntos cardinales no eran comprendidos como meras direcciones, sino como los cuadrantes del plano horizontal que señalaban dichas direcciones. Su proyección era más que simbólica: para los indígenas mesoamericanos, los puntos cardinales eran zonas del cosmos donde residían, de manera bien específica, energías asociadas a cada uno de ellos. Los años fluían a través del plano horizontal, propiciando, de este modo, una unidad espaciotemporal.


Para el pueblo azteca, el este estaba relacionado con el rojo, la abundancia y lo viril; el norte, en cambio, al frío y al negro, la sequía y la muerte; el oeste, por su parte, al blanco, lo femenino y la humedad. Finalmente, el sur, estaba relacionado con la vida y el color azul. Justo en el centro de cada ciudad, comenzaban los ejes que ascendían al Cielo y descendían al Inframundo, y las conexiones cósmicas que los vinculaban con puntos específicos de referencia astronómicos y geográficos a lo largo del horizonte (por ejemplo, cumbres de montañas que señalaban la posición del sol al alba o al ocaso, a lo largo del año).


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