La escuela megárica fue fundada por el filósofo Euclídes. Se distinguió por combinar la indagación eleática con la reflexión moral socrática.
La escuela megárica es una de las denominadas “escuelas socráticas menores”. Sus comienzos se remontan a la enseñanza de Euclides de Megara, activo entre el siglo V y el IV antes de Cristo. Euclides fue amigo y discípulo cercano de Sócrates, y acompañó a su maestro en el trágico momento de su condena mortal, tal y como dejó constancia de ello, Platón, en el diálogo Fedón. Incluso Euclides aparece como narrador en el diálogoTeeteto, si bien Platón nunca lo menciona como filósofo.
Los inicios de una gran escuela
Aristóteles también menciona a Euclides y además, es el primero en referirse a los “megáricos” como una escuela filosófica. A Euclides se le reconoce, principalmente, por haber concebido una perspectiva filosófica de la unidad del bien, es decir, una combinación de la indagación eleática con la reflexión moral del socratismo. Para Euclides uno solo es el bien y el puro ente o ser único de Parménides, y a ello lo denominó como intelecto, sabiduría o dios.
Destacados megáricos
Algunos de los filósofos megáricos más destacados fueron Eubúlides de Mileto, Estilpón de Megara, y Diodoro Crono, que estuvieron activos en la segunda parte del siglo IV antes de Cristo. La labor de estos pensadores fue muy relevante para el avance de la lógica, puesto que estos “nuevos eleatas”, dignos continuadores de la reflexión dialéctica de Zenón, sobresalieron principalmente por la elaboración de famosas paradojas, como por ejemplo, las de El mentiroso, la de Elena, la del calvo o sorites, y también, la del cornudo, todas ellas de la autoría del filósofo Eubúlides. Los megáricos también destacaron en el desarrollo de las nociones modales de “posible” y “necesario” y de la naturaleza de la implicación.
Unidad y pluralidad
Una noción fundamental de la escuela megárica es la negación de la posibilidad de la predicación, esto quiere decir, la posibilidad de que sean predicados numerosos atributos para una misma cosa. Al mismo tiempo, los megáricos negaban que fuera posible la generalidad de los predicados, o lo que es lo mismo, que un mismo predicado pueda ser atribuido a varios sujetos. Desde la perspectiva de esta singular filosofía, todo juicio se resuelve en una sola identidad, por ejemplo, “hombre es hombre”, “bueno es bueno”, etc. Lo anterior se concilia plenamente con la tesis parmenidea del puro ente no contradictorio como elemento central de la realidad. A los megáricos también se les conoció, en la antigüedad, como los “dialécticos”.
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