Tres son los temas principales de la filosofía de Jenófanes (580-475 a de C.): primero, los alcances de la teología de su tiempo, luego, la naturaleza y la realidad física, y finalmente, los límites del conocer humano.
Dioses falaces
En lo que se refiere a las cuestiones teológicas, Jenófanes, se abocó, inicialmente, a una crítica de los dioses homéricos de acuerdo a como se los presentaba en las tradiciones griegas. De acuerdo a Jenófanes, los dioses de los relatos homéricos no son sino invenciones de los hombres, concebidas con semejanzas totalmente humanas: tanto corporales, como en lo referente a los vicios. De esta perspectiva, parte la censura de Jenófanes al antropomorfismo religioso de su tiempo, patente, por ejemplo, en que en cada región del mundo, los dioses asumen la forma de las personas que allí habitan. En lugar de esto, Jenófanes se expresa a favor de una divinidad sin una forma precisa, ubicua, omnisciente, eterna y perfecta. Muchos observan en esta noción de Jenófanes un anticipo de las de Parménides, acerca del Ser.
El cosmos y sus procesos
Jenófanes fue un atentó observador de los fenómenos astronómicos, geológicos y reflexionó hondamente sobre cuestiones de cosmología. Este filósofo opinaba que los eventos celestes eran producto de nubes de partículas ígneas, algo acorde con la naturaleza del Sol, el cual era una acumulación de fuego surgida del mar. Además, Jenófanes creía en la existencia de numerosos soles y lunas, los cuales, al parecer, se encendían y apagaban cotidianamente. Además, Jenófanes, al ocuparse del tema del elemento primigenio del mundo- tópico tan importante para los filósofos presocráticos-, en la disyuntiva de defender el Ápeiron (lo indefinido) de Anaximandro, o el aire de Anaximenes, se decantó por el primero. Finalmente, es de destacar la idea de Jenófanes acerca de que todas las criaturas vivas proceden del barro.
Las fronteras del conocimiento
Para Jenófanes ningún ser humano, ha conocido, ni conocerá jamás, la verdad sobre los dioses y otros asuntos igual de profundos, puesto que, si por azar diera con la verdad, no sabría reconocerla. Por lo tanto, sobre todas las cosas lo mejor es simplemente opinar. Para muchos estudiosos, en esta perspectiva Jenófanes estaría afirmando la relatividad del conocer humano. Para otras, en contraste, se trataría de una suerte de teoría de la verdad, en donde esta última, sería algo independiente del sujeto que la considera. Por ello, Jenófanes propondría que, la verdad, es la correspondencia de lo que se dice, con la realidad, aun cuando no se tiene ningún medio para saber si, en efecto, se ha producido tal correspondencia.
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