A veces da la impresión de que las redes sociales se encuentran al límite entre la comunicación más abierta y un ciego proliferar de mensajes. Es importante que no se difumine, entre tanta soltura expresiva, una serie de acuerdos mínimos, valores principalmente, que le den sentido a ese continuo intercambio de perspectivas que define al social media.
Los límites que ostenta la socialización virtual, ese foro global que boceta el mundo contemporáneo en un coloquio ininterrumpido, pueden ser comprensibles, en su polo negativo y positivo, en dos creaciones artísticas de notable manufactura que comentaremos a continuación.
Gritos y susurros
Los extraños bustos de Franz Xaver Messerschmidt (1736-1783) , un inusual artista del siglo XVIII, fruto de oscuras intuiciones o estados alterados de conciencia, ilustran bien el aspecto negativo de las redes sociales. Estas creaciones de Messerschmidt dejan ver un excesivo afán por expresar, dicen tanto en cada gesto que al final no logran comunicar nada. Pero justamente ese parece ser el mérito de este creativo austro-germano, dejar constancia de la contradicción angustiante de los humanos, que siendo arrojados a una realidad de mensajes incesantes no pueden aferrar una serie de ellos que dé cuenta de su ser y de su posición como existentes. En las redes sociales comienza a suceder algo parecido, se dice tanto en ellas, quelo referido se difumina vanamente y nada se traduce en una praxis beneficiosa para la sociedad.
El valor de la referencialidad
El polo opuesto a esta tendencia, lo más loable de las redes sociales y su eclosión presente, es la referencialidad que enriquece la comunicación entre las personas. La realidad ha dejado de ser una sola y todas las vivencias tienen el mismo peso en la construcción dialogada del mundo, gracias a las redes sociales. Una bella imagen para entender los alcances de esta circunstancia, nos la puede dar el monumento barroco conocido como El Transparente, una composición sacra, de Narciso Tomé (1690-1742), que se localiza en la Catedral de Santa María de Toledo.
Llama la atención como cada gesto de los querubines, cada mirada de las personalidades celestiales, cada gesto escultórico, apunta, señala a un punto distinto en el espacio. Y sin embargo esta referencialidad no disgrega el centro de la atención, sino que todo queda religado por un sol divinal, que reúne todo con sus rayos generosos. De manera similar, las redes sociales dotan de un plus a la cotidianidad, a los asuntos que estructuran la realidad social del día con día, abriendo sentidos diferentes, como los seres celestiales de El Transparente, sin forzar nada, sino más bien aludiendo, liberando posibilidades de comprender y comprendernos mejor.
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