El neoplatónico Plotino, místico sensible y elocuente, nos legó en ciertos pasajes de sus “Enéadas” algunas de las nociones más sublimes acerca del valor trascendente de la belleza. Para Plotino, las cosas bellas son comoimágenes evanescentes que se introducen en los objetos para ornamentarlos, pero en el momento en el que se manifiestan ante la conciencia, se nos tornan fascinantes. Hay, no obstante, un cierto tipo de belleza trascendente, que la percepción de los sentidos no logra capturar, y que solo el alma puede hacerlo.
De allí que los humanos debemos ir más allá de las apariencias de los sentidos para alcanzar la contemplación de esta belleza espiritual. Pero además, es preciso que el interior del contemplador sea admirable en sí mismo, para que pueda apreciar plenamente esta belleza hecha virtud. Tal hermosura, que supera toda forma de aprehenderla, si no es a través de un arrobo contemplativo, es capaz de motivar en las personas un sentimiento de amorosa entrega. Así, a través de la veneración de las cosas y los seres bellos, el alma se purifica, al identificar en el objeto admirado ciertas afinidades con el alma nuestra, que la transforman en un anhelo de su propia superación.
Un ejemplo de ello lo tenemos en las damas celestiales, y divinidades femeninas, pintadas con un arte exquisito por Sandro Botticelli. En esos rostros gráciles y meditabundos, en la tersura clara de su faz, en la seducción etérea de sus posturas; Botticelli nos brinda razones del corazón- evocando a Pascal- que nos hacen reconocer en esas delicadas criaturas, que lo más noble y bello del alma humana es su deseo de asemejarse a Dios, es decir, a la inmensidad del ser, que es el origen de todo lo loable. Para Botticelli, como para Plotino, lo bello es bueno, y a la vez, todo bien implica una beldad que lo propicia, en una dulce coincidencia.
Por lo tanto, la próxima vez que te sientas limitado por el entorno fatigoso de la cotidianidad, abre los ojos al cielo, y el corazón a lo que simboliza su pureza radiante, para encontrar paz, libertad y fuerzas de ser. Acércate al arte de maestros como Botticelli, que en sus creaciones te darán la vía para recordar- como en la escala de crecimiento espiritual basada en el retorno hacia lo Uno primordial, tan mística de Plotino- que la existencia es un privilegio, si puede ser ofrendada a aquellos seres que pueden ser lo Único para uno y la razón de un mundo más hermoso para todos.
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