Hegesias, filósofo cirenaico, creía que la muerte era preferible, frente a la imposibilidad de alcanzar una vida placentera y feliz.
Hegesias, nacido en Cirene en el 300 a. de C., fue un filósofo cirenaico de polémica doctrina. De acuerdo a los escritos de Diógenes Laercio, Hegesias fue seguidor de Parebates, el cual había estudiado con Antípatro. Este último fue discípulo directo de Arístipo de Cirene, socrático menor, quien fundo la escuela cirenaica. Cicerón comenta que Hegesias escribió un tratado titulado “Muerte por hambre”, del cual no se ha conservado nada.
Sombrío panorama
Hegesias- quien también fue alumno de Anniceris- consideraba que, de acuerdo a la enseñanza de los cirenaicos, acerca de que el máximo objetivo de la vida debía de ser la satisfacción del placer propio, estaba convencido que esto desembocaba sin remedio en el pesimismo. Y es que, a juicio de Hegesias, los placeres reales de la vida son escasos, a comparación de los abundantes pesares. Además, todos los asuntos humanos están orientados hacia lo incierto, lo azaroso y a final de cuentas, condenados a un funesto destino.
La única salida
Para Hegesias, no basta con demostrar imperturbabilidad ante las inclemencias de la vida, sino que, más allá de ello, la muerte misma se perfila como algo positivo: el máximo placer posible. Justo por este tipo de ideas, Hegesias fue apodado por sus discípulos como el “Persuasor de la muerte”. Desde la perspectiva de Hegesias, la felicidad es inalcanzable, y por ello, la muerte es una mejor alternativa con relación a la vida. En este marco, el suicidio era totalmente recomendable para este filósofo.
Siniestro profeta
Las enseñanzas de Hegesias provocaron una ola de suicidios por parte de sus seguidores. Consternado por esta situación, el monarca Tolomeo II Filadelfo, quien gobernó Egipto entre 285 y 246 a. de C., clausuró su escuela, ordenó la quema de sus libros y además, el exilio inmediato del “abogado de la muerte”. Esto obligó a Hegesias a abandonar Alejandría para siempre. Algunos estudiosos posteriores, advirtieron una cierta semejanza entre la filosofía de Hegesias y el budismo, si bien este último no acepta, para nada, el suicidio. Otros portavoces de una visión pesimista como la exhibida por Hegesias fueron, por ejemplo, Zenón de Cito, quien, según ciertas fuentes, al tropezar se lastimó un dedo, y por ello, aseveró que no valía la pena seguir viviendo con alguna molestia, por más insignificante que esta fuese; por otra parte, en el diálogo platónico Fedón, el tratado Enquiridión, escrito por Epícteto y algunos escritos de Lucrecio, se lleva a cabo una apología del suicidio.
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