Lejos, a cerca de 30,000 años luz de la Tierra, se localiza un grupo de estrellas de tono azul brillante. Tales astros son decenas de veces más pesadas que nuestro sol. Varios astrónomos de los más reconocidos en el medio, investigan actualmente la manera en la que se transmite la energía en este tipo de ambientes estelares.
Se sabe que el Sol no explotará, sino que paulatinamente nuestra estrella se transformará en una gigante roja capaz de devorar a los planetas cercanos a su corazón radiante. Con suerte la Tierra no correrá ese destino. Acaso en un remoto porvenir, animales desconocidos contemplaran ese cataclismo. Es factible que alguno de ellos sobreviva: luego de 3,600 millones de años de evolución constante, nuestro planeta, a través de la fauna más variada, ha sido testigo de otras colosales alteraciones en el cosmos.
Imaginando estas dinámicas inconmensurables, a la humanidad le agrada contemplar los astros, estudiar estrellas lejanas, clasificarlas y anticipar sus nacimientos y colapsos. Nuestra galaxia promete grandes espectáculos, vistosos fenómenos apenas imaginables. Las estrellas gigantes mencionadas parecen perfilarse como protagonistas importantes de estos cambios futuros.
Si bien desde hace tiempo se había estudiado su desarrollo, los astrónomos habían sido incapaces de analizar minuciosamente dichas estrellas gigantes azuladas, por su lejanía extrema y por carecer de los medios tecnológicos adecuados. Afortunadamente todo ello ha cambiado y hoy en día científicos de la Universidad de Toronto, conocen mejor estos jóvenes astros supermasivos. De hecho se trata del grupo más numeroso de estos cuerpos siderales hallado hasta la fecha.
Mundi Rahman, especialista del departamento de cosmología y astrofísica de la Universidad de Toronto, ha explicado que, estas estrellas, emiten una luminosidad tan fuerte, que han calentado por completo el gas mismo del que están constituidas. Como consecuencia han forjado una concha hueca radiante que se despliega a cien años luz a su alrededor. El estudio de estas estrellas gigantes azules, ha permitido a Rahman y sus colaboradores Dae-Sik Moon y Christopher Matzner, comprender de mejor manera cómo es que la energía de transmite en estos ambientes estelares.
No obstante, el trabajo de estos astrónomos no ha sido sencillo, ya que, si bien estas estrellas son extremadamente radiantes, no es fácil contemplarlas por existir entre ellas y nuestra perspectiva terrestre un cúmulo de polvo, el cual complica detectarlas en la vastedad del cosmos. Esa es una de las razones por las cuales, por el momento, estas estrellas no son observables de manera separada. Algunos de los telescopios que se han usado para detectar los astros mencionados- conocidos como el grupo de estrellas del Pez Dragón-, más allá de estas dificultades, son el telescopio de la Agencia Espacial Europea en Chile, el satélite WMAP de la NASA y el telescopio espacial Spitzer.
Fuente: http://goo.gl/CKWOj
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