Las novelitas de a duro marcaron toda una época por la gran aceptación y la difusión que gozaron durante décadas enteras. Don Marcial Lafuente Estefanía, escritor español, fue uno de sus principales cultivadores llegando a gozar de cierta fama, aunque por supuesto no al nivel que merecería su prolífica creatividad. Mientras que en otras latitudes los escritores de literatura barata, mejor conocida como pulp, eran muy ponderados, primero por el público, y luego por la crítica- como ejemplos baste mencionar a Ray Bradbury, Brian Aldiss o el maestro Philip K Dick- en el caso de Don Marcial las cosas fueron totalmente diferentes: incluso nunca se valoró en gran medida su trabajo.
La literatura pulp
Durante muchos años se pensó que la firma M.L. Estefanía, correspondía a “María Luisa” un ama de casa aficionada a los westerns. Incluso cuando en el ocaso de su vida intentó publicar una obra seria, titulada “El maleficio de Toledo”, llena de ricas tradiciones de ese mágico lugar de la península ibérica, su composición pasó por completo e injustamente desapercibida. Hoy los hijos de Don Marcial Lafuente Estefanía- inmortalizado en el desgarrador “Romance de Curro, el Palmo” de Serrat, continúan y preservan la obra amena de este gran personaje de las letras marginales, o sea, la más dignas de rescatar.
La filosofía de libro del Oeste
M. L. Estefanía en sus obras muestra que puede manejarse un modelo cerrado de realidad que nos permite estudiar todas las relaciones de los elementos que se hayan incluidos dentro de este. Cada uno de estos integrantes del modelo, en este caso con las particularidades del western, bajo cualquier manera que tengan que relacionarse, al final aludirá de una u otra manera al exterior del mismo modelo de realidad, y al encontrar un espacio vacío, una falta de referencia en ese ámbito inconceptualizable, retornará a la red de discursos de la trama, pero ahora con otro sentido, con un singular conocimiento del mundo.
Pronto veremos de qué manera el hecho de que M.L. Estefanía maneje la realidad de las historias del salvaje Oeste determinan que su sentido recuperado, el saber que nos deja la reflexión acerca de sus esquemas narrativos, nos orienta a los senderos de la ética. En el caso de otros tratamientos similares, como es el caso de la novela policiaca de tipo puzzle, a lo Agatha Christie o a lo Chesterton (como bien lo advirtió el gran Borges), el sentido se orienta a la metafísica; y en el caso de la ciencia ficción, a la cosmología, como sería el caso de los mencionados Philip K. Dick, Brian Aldiss, o Arthur C. Clarke.
Comprendiendo a M.L. Estefanía
Habíamos manejado que M.L.Estefanía toma frecuentemente, como punto de partida para sus obras, un ámbito cerrado- referido al western- de realidad, donde los personajes de desenvuelven de acuerdo a particulares tomas de posición, que tras interrelacionarse se dispersan hacia un posible exterior-trascendente- que nunca acontece, y por lo tanto, retornan al centro de la trama pero expresando un sentido nuevo y valioso del ser.
Procuraremos ahora ejemplificar como se desarrolla esta lectura tomando como ejemplo una de las miles de producciones de este prolífico escritor.
Un ejemplo: “Primero el deber”
En la novela corta “Primero el deber” tenemos un título característico de Don Marcial, que nos presenta al universo simbolizado por el típico pueblo del legendario Oeste americano, en este caso bautizado como Loma Rasa. Allí habita el comisario Lou Patrick encargado de guardar el orden. Sin embargo, tiene problemas: un matón de nombre Rex “el Loco “ Nash, ha jurado vengarse, ahora que ha salido de prisión, del testigo que determinó el proceso judicial que lo mantuvo en la sombra durante mucho tiempo, un comerciante apellidado Parker. Este señor tiene una hija, una joven pura y bonita, de nombre Vilma, que ama al comisario Lou Patrick.
Sin embargo, antes de la inminente llegada a Loma rasa de Nash, también arriban el pistolero prófugo Clint Russell, el mejor amigo de Lou; y además, la astuta y hermosa dama de salón Laura Spender, también prendada del comisario Patrick. Pronto, estos dos últimos personajes tendrán que aliarse, muy a su pesar, con Nash en contra del comisario Lou Patrick. El destino de los habitantes de Loma Rasa parece verse en juego por este intrincado ajedrez mortal.
Un laberinto ético
Cada uno de los personajes principales está vinculado al otro, y en la entrada siguiente de la serie veremos de qué manera sus decisiones están referidas a un ámbito externo al del universo de Loma Rasa, no un lugar espacial dentro de la trama, sino un referente de fundamentación axiológica que potencializará el sentido del inteligente urdimbre narrativo compuesto por M.L. Estefanía. Así como John Ford o Clint Eastwood lo lograron, Don Marcial también supo hacer de los relatos del salvaje oeste toda una lección de sabiduría para el alma.
Los personajes de Estefanía: dilemas vivos
La novela de Lafuente Estefanía titulada “Primero el deber” nos proporciona un ejemplo claro y provechoso de la manera en que Don Marcial pensaba a sus personajes como situados en una permanente confrontación entre sí, dentro de un ámbito cerrado, pero siempre en relación con una posible superación del mismo.
Por ejemplo, en esta novela el comisario Lou Patrick se encuentra en el dilema de hacer valer la justicia y detener a su mejor amigo, el pistolero Clint Russell, que cometió un asesinato, no premeditado, por una trampa en el póker, o dejarlo en libertad para que trate de demostrar su inocencia; el mismo Clint, se encuentra en la incertidumbre de entregarse y hacer lo que la ley demanda, o unirse a la banda de Rex Nash, en donde tiene la manera de escapar, derrotando a Patrick y al sheriff que lo persigue desde otro poblado. Cada uno de los personajes de Don Marcial, se encuentra en una permanente disyuntiva.
La confrontación como motor del ser
Si bien todos estos conflictos se llevan a cabo en el simbólico espacio del típico pueblo del Oeste, lo cierto es que a final de cuentas, la decisión que toman los personajes de Lafuente Estefanía- luego de una serie de dificultosas elecciones, traducidas en las aventuras mismas de sus novelas- siempre se vinculan con un espacio localiza más allá de su universo de western. El comisario actuará de manera heroica y derrotará a los malhechores, renunciando a la chica de sus sueños, fundamentando su resolución en un vacío intuido allende su particular circunstancia.
Los personajes de Lafuente Estefanía no tienen por qué actuar de cierta manera, ni tomar una elección en cuanto a las ardorosas disyuntivas en las que siempre se sitúan, pero lo hacen precisamente para construirse, por su propia cuenta, una razón de ser. La simplicidad aparente de su esencia podría no ser tal, sino más bien la transparencia de muestra eticidad liberada de toda moralina. Las historias de Marcial Lafuente Estefanía son una profunda manifestación de la voluntad instauradora de lo humano, para sí y para el mundo.
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