"No te he dado una forma, ni una función específica, a ti,
Adán. Por tal motivo, tú tendrás la forma y función que desees. La naturaleza
de las demás criaturas, la he dado de acuerdo a mi deseo. Pero tú no tendrás
límites. Tú definirás tus propias limitantes, de acuerdo a tu libre albedrío.
Te colocaré en el centro del universo, de manera que te sea más fácil dominar
tus alrededores. No te he hecho ni mortal, ni inmortal. Ni de la tierra, ni del
cielo. De tal manera, que tú podrás transformarte a ti mismo, en lo que desees."
Leonardo Da Vinci
En uno de sus últimos dibujos, el artista italiano Leonardo
Da Vinci se representó como un anciano melancólico, con su larga barba al
viento, descansando su noble peso en un cayado, mientras contempla el agitado
torrente de un río caudaloso que acaso alguna vez quiso canalizar.
Tal vez esa pesadumbre manifiesta la frustración que le
provoca a Leonardo la senectud, la cual, clausura de antemano cualquier
tentativa de proseguir su labor creativa. Y sin embargo, al hablar de Leonardo
nos referimos a alguien que, como pocos, ha encarnado el modelo del inventor
genial; el paradigma del hombre poliédrico del Renacimiento: pintor, escultor,
científico, estratega militar, músico, literato, atleta, etc.
No muchas figuras de la historia han podido ejemplificar de
un modo tan preciso el triunfo del individuo, capaz de controlar diferentes
ámbitos de la naturaleza, a través de un dominio total de los saberes y de las artes.
Una obra como la suya, rebosante de proyectos monumentales, anticipaciones
prodigiosas, creaciones de arte exquisitas y artilugios de toda clase, surgidos
de una inspiración infinita, nos hace posible entender el desarrollo cultural
de Occidente a partir del Renacimiento
Se observa desde allí una trayectoria de sometimiento
absoluto de todos los niveles de la naturaleza, con el fin de explotar al
máximo sus recursos. Ha triunfado entonces: nuestros días saturados de
tecnología de punta y avances científicos en aumento así lo testimonian.
¿Por qué entonces el gesto nostálgico del anciano del dibujo
comentado? Quizá Leonardo en su melancolía, pueda dar una lección más a las
nuevas generaciones, una lección de valor y entereza ética diferente a lo que
el saber popular y la ortodoxia erudita encontrarían en una figura como la suya.
Sólo almas afines a la del artista italiano pueden brindarnos ayuda para
comprender plenamente a Leonardo y sus motivaciones.
Michel Foucault, el brillante pensador francés- una de estas
escasas almas-, escribió alguna vez: “ Lo que me sorprende es el hecho de que en
nuestra sociedad el arte se ha convertido en algo que no concierne más que a
los objetos y no a los individuos ni a la vida. Que el arte es una especialidad
hecho sólo por los expertos que son los artistas. Pero ¿por qué no podría cada
uno hacer de su vida una obra de arte? ¿Por qué esta lámpara, esta casa, sería
un objeto de arte y no mi vida?”
Lo que aquí se propone, es que, Leonardo, hubiera coincidido
con Foucault en la perspectiva de que: más importante que inventar un entero mundo
nuevo, es tener el valor de pensarse diferente, de inventarse diverso. Porque
tal vez toda la actividad creativa de Leonardo Da Vinci, no sea más que el heroico
intento de auto inventarse como sujeto polifacético, conformado por
innumerables saberes y modos de ser. Quizá la preocupación del Leonardo anciano
del dibujo, deje traslucir la angustia de que, tan profundo mensaje, mismo que
su inmortal labor apenas trasluce, quede en el olvido. Este mensaje vital que
legó a la posteridad en donde expresa que, para poder afirmarse humano, es
menester reconocer y valorar la libertad inmensa, que otorga saber que el
sujeto puede inventarse a sí mismo.
Atreverse a ser diverso y pleno por encima de todo: ser un
torrente cristalino sin canalizar, libre y agitado; ser naturaleza humanizada
en todas sus facetas o ser simplemente la enigmática sonrisa de una doncella
callada. Atreverse a ser.
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