Por +Aline Chapa /Adaptación +Jesús Ademir Morales Rojas
El existir contemporáneo no sería comprensible sin los medios visuales. En nuestros días no resulta imaginable un concierto sin luces ni pantallas. Esto hace patente lo imprescindible del arte en la vida: como la fugacidad de los recuerdos sin el apoyo de las fotografías. Y es que las imágenes ostentan una cierta magia, un hechizo particular que entrevera a la vida y sus posibilidades, hasta el infinito.
El existir contemporáneo no sería comprensible sin los medios visuales. En nuestros días no resulta imaginable un concierto sin luces ni pantallas. Esto hace patente lo imprescindible del arte en la vida: como la fugacidad de los recuerdos sin el apoyo de las fotografías. Y es que las imágenes ostentan una cierta magia, un hechizo particular que entrevera a la vida y sus posibilidades, hasta el infinito.
Solo puede interpretarse el fenómeno de la vida, en su conjunto, a través de ciertas imágenes. De allí que exista la posibilidad de una cosmovisión: ver implica siempre interpretar al ser. Quien mira, no procede únicamente con sus ojos, sino que en ello pone en juego a su ser por entero. Heidegger pensaba que el ser es fenoménico, eso es, se da en lo aparente, en lo que se muestra: es inherente a los entes, aun cuando estos últimos tengan sus sombras, espacios invisibles y enigmáticos.
Por otro lado, existe una sutil relación entre ver y crear. Se crea por lo que se ve y viceversa. En el Génesis bíblico, lo primero que se narra es la manera en la que Dios hizo al ser humano a su imagen y semejanza. Por lo tanto, de acuerdo a esta similitud primordial, la facultad de crear imágenes es una heredad divina presente en lo humano: podemos crear ser/realidad por medio de las imágenes.
No existe una creación ex nihilo como tal. En cada ocasión contamos con preconcepciones que anteceden nuestras particulares perspectivas, esas que se hacen patentes en todo crear. Por lo consiguiente, crear implica siempre, crear más ser: como Eduardo Nicol comentaba: hay más ser desde que hay logos en el mundo.
Esta capacidad humana de brindar ser por medio de la imagen es parte de su esencia. De hecho, a la eterna pregunta acerca de cuando comenzó el fenómeno de lo humano, se le puede dar respuesta proponiendo el instante en que el hombre creo su primera imagen. Antes que nada sitios como Altamira, Lascaux, etc, lo que nos exhiben son imágenes. Estos rupestres santuarios implican una interpretación sobre el entorno y su vinculación con el universo por parte de quien allí se expresó.
El tránsito de la simple animalidad al ser consciente se dio en este intento por representar, por controlar hasta cierto punto, los eventos de la realidad por medio de sus imágenes. Para los primeros humanos, una imagen estaba vinculada mágicamente al objeto representado. En este sentido, las imágenes creadas por los hombres prehistóricos remitían directamente a las fuerzas de la naturaleza. Su expresión pictórica era una manera de comprender/controlar los misterios del universo.
Desde ese entonces y hasta nuestros días, las imágenes siguen teniendo un poder abrumador y determinante para las sociedades. Y si bien en la actualidad la tecnología nos permite reproducir masivamente imágenes, y esto conlleva una profunda transformación cultural- como bien lo percibió Walter Benjamin-, tal circunstancia no afecta en lo esencial el rotundo influjo de la imagen para los paradigmas humanos.
Así como las imágenes terribles que transmiten los noticieros televisivos consiguen consternar a sociedades enteras, ciertas imágenes tienen la capacidad de transformar por completo la existencia de una persona. En la contemplación de una obra de arte se propicia una experiencia que trasciende lo estético- para colmar lo vivencial-, de cara a la intuición de trascendencia. Así por ejemplo a quien contempla a la escultura helenística de Laoconte en el Vaticano, la cual, aún en su laica expresividad, mantiene un impacto cuasi-mágico que se deja sentir; así también, como cuando durante uno de los discursos de Colin Powell en el Consejo de Seguridad de la ONU, cuando era secretario de estado de los EEUU, se decidió cubrir la reproducción de la obra “Guernica” de Pablo Picasso, la cual muestra los horrores de un bombardeo aéreo en contra de civiles.
Porque una imagen nunca es simplemente una imagen: a veces amenaza, a veces da consuelo. Por ello el deseo de belleza es inseparable de las imágenes: quiero ofrecer una imagen hermosa ante el mundo, porque esa imagen expresa mi deseo de ser.
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