Es posible que el op art de Bridget Riley nos muestre,
lúdica y simbólicamente, profundas intuiciones acerca de la realidad.
La obra "Catarata 3" (1967), de la artista inglesa
Bridget Riley (1931), es una muestra paradigmática del movimiento del op art,
muy popular en las décadas de los sesenta y los setenta del siglo XX. En esta
vistosa composición pueden verse una serie de curvas turquesa, rojas y grises.
Las líneas han sido dispuestas por Riley en una secuencia ondulante a través de
toda la superficie del lienzo, de tal modo que generan una falsa impresión de
movimiento. La eficaz técnica demostrada por Riley y el tamaño monumental de la
obra (221.9 X 222.9 cm) provocan una alucinante experiencia visual. La
combinación de colores usada en la obra resulta tan vibrante que aparentan
distorsionar el lienzo entero.
La magia del op art
Bridget Riley, en "Catarata 3", buscó explorar y
aprovechar al máximo una ilusión óptica para motivar una sensación impactante
en los espectadores. Justamente esa era la escuela del movimiento del op art,
cuyos miembros, como Riley, usaron líneas y juegos cromáticos para producir
desconcertantes ilusiones ópticas. No obstante, es posible advertir en Riley
una más honda intención, diferente a una mera experimentación científica, una
voluntad ornamental o un divertimento cien por ciento lúdico. La pintora
británica consideraba a los elementos de sus composiciones como partes de la
naturaleza, cual si se tratara de árboles, montañas y nubes. Riley aspiraba,
por medio de su peculiar expresiva de formas y colores, a un lirismo lleno de
magia. Si bien al principio de su carrera, esta pintora manejaba de manera
preponderante el blanco y negro en sus trabajos, posteriormente exploró con
líneas rectas y paralelas de tonalidades intensas, variadas y vibrantes.
Renovación sensorial
Para profundizar en la búsqueda lírica de Riley, la sutil
poesía visual que desarrollaba a través de los códigos del op art, conviene
meditar en las siguientes asociaciones. El título de la obra, "Catarata
3" y la disposición ondulante de las líneas, remite directamente al agua.
De acuerdo a la iconografía tradicional, el agua, considerada como una masa
amorfa e indiferenciada, alude a la pluralidad de todas las posibilidades, o
bien, el origen absoluto de todo lo existente. Lo que tenemos en la obra de
Riley es, por lo tanto, una simbolización del agua, comprendida como materia
prima del mundo. Y en esta agua vital que nos ofrece Riley acontece una
importante dialéctica: líneas idénticas generan diferencia y la
inmovilidad movimiento, debido al color. Por otro lado, el agua es un símbolo
universal de fecundidad, purificación y renovación y en ocasiones de
destrucción y fuerza devastadora, así como también, simboliza lo femenino y las
fuerzas del subconsicente.
Lúdica revelación
Por lo tanto, el juego sensorial que se nos propone
en "Catarata 3", tiene implicaciones más profundas de lo que parece en
primera instancia. De entrada, nos hace patente la virtualidad de los fenómenos
de la naturaleza y el papel que juega el contemplador en su manifestación cabal.
Pero además, ese cuestionamiento de lo fenoménico fomenta la revelación de
una unidad oculta detrás de la pluralidad de los acontecimientos
fácticos. El movimiento es vida pero sólo se dá a través de lo inmutable, lo
inerte. Penetrar en los secretos de esta corriente virtual de revelación metafísica- reconocerse en la ilusión óptica planteada por Riley- es caer,
liberarse, abandonarse lúdicamente al abrazo de lo incierto, aventurarse en
este (femenino) crisol de lo real y así renovarse/reconocerse en la abierta
posibilidad de serlo todo en una nada vibrante y gestadora.
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