Conozcamos un poco acerca de un artista grande y admirable: el antiguo poeta Meng Haoran. Este singular literato, aun habiendo llevado una gris existencia, supo desarrollar a partir de ella, una obra rebosante de colores y de sensaciones y un noble sentimiento.
El poeta Meng Haoran elaboró su obra literaria durante los tiempos de la dinastía Tang. Al no tener éxito en diferentes oficios, se concentró en escribir acerca de su tierra natal, Xiangyang, en Hubei.
En sus emotivas composiciones, este artista plasmó todo el encanto del paisaje, las anécdotas y las leyendas de su pueblo. Supo expresar singularmente la magia de lugares como Nanshan y Lumen Shan, donde habitó de tiempo en tiempo.
Una vida sencilla y triste
Meng Haoran tuvo una desafortunada carrera de servicio civil, aprobando la evaluación Jinshi, cuando ya no era muy joven, justo a los 39 años. Incluso el recibió su primer y último trabajo, tres años antes de fallecer, y renunció un año después de haberlo aceptado. Se le relaciona habitualmente con el literato Wang Wei, debido a la estrecha amistad que cultivaron.
Ambos mostraron una honda sensibilidad hacia los paisajes, y una gran facilidad para compartir su belleza en sentidas poesías. Pero mientras que Wang Wei en sus trabajos versaba más acerca del rol de los humanos con relación a la escala de la naturaleza, Meng Haoran, por su parte, se concentraba más en el trasfondo de lo silvestre con respecto a la vida de las personas.
El arte de Meng Haoran
Si bien los escritos de Meng Haoran son considerados por los estudiosos, como menos consistentes que los de Wang Wei, pronto veremos que no dejan de expresar una visión sentimental y profunda de la realidad, que toca las fibras del alma.
Este es un texto breve de Meng Haoran
“Amanecer de Primavera”
Dulce es el sueño en la primavera
No me despierta el alba
Por doquier se oye
el alborozado canto de las aves vocingleras
Anoche oí el rumor
del viento y de la lluvia,
y me pregunto: ¿cuántas flores se habrán caído?
El autor procura hacer que la voz poética, se disperse en las percepciones de su entorno, y luego, de inmediato, retorne en ellas, con un holismo sabio y lleno de trascendencia. Meng Haoran encierra en la pregunta final de su composición, una clave para entender la preocupación principal de toda su labor artística.
Y así entonces, interrogarse acerca de cuántas flores han sido esparcidas por la lluvia y el viento del alba, no es más que indagar acerca del sentido oculto de la realidad que se manifiesta en los fenómenos de la naturaleza, y que solo el alma humana, como un milagro hermenéutico, puede percibir, e instaurar en ello, su propia posibilidad.
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