martes, 3 de junio de 2014

Guy de Maupassant: la razón como estrategia

Es difícil pensar que el mundo pueda ser razonable en esencia. Nada sucede de acuerdo a lo esperado, las circunstancias comúnmente nos rebasan y lo anticipado con suma precaución, resulta en última instancia, un desastre. No queda entonces sino empezar de nuevo, tratando de adivinar cuál es la calamidad que ha de seguir. Entonces, ¿Cómo afrontar tal panorama de incertidumbre existencial? El escritor francés Guy de Maupassant nos puede dar una valiosa respuesta.


La razón del Horla

Guy de Maupassant, como todos los artistas geniales- como Poe, Hölderlin o Nietzsche, por ejemplo- supo adentrarse en las simas del alma humana, para comprender a plenitud esa circunstancia caótica e impredecible, que comentamos anteriormente. 

Maupassant plasmó sus vivencias interiores, expresó la intensidad ardorosa de los ínferos del alma, en una serie de macabros relatos coronados por la extraordinaria y escalofriante novela corta titulada “El Horla”.

En esta narración, una persona es acosada por una entidad invisible hasta conducirlo a un delirio suicida. Pero siempre queda la incertidumbre, acerca de si acaso esta siniestra criatura de otredad, no pudiera ser el mismo narrador, manifestándose desde lo más profundo de la conciencia, atrapado allí, contemplando el pasmoso secreto del mundo, sin poder comunicarlo de una manera racional. Al final de la historia, el narrador que la culmina, bien podría ser el mismo Horla, devenido desde cualquier parte de las sombras del ser.

La razón como estrategia

Y si en la narración de “El Horla” se revela la realidad como un espacio en última instancia inabordable, y en donde, hasta la misma individualidad- el célebre y ya agotado sujeto de conocimiento- se manifiesta como algo vacilante y poco fiable; Maupassant, en la perspicaz y bien escrita novela, “Bel Ami”, nos presenta a través del frio, calculador y seductor antihéroe Georges Duroy, una posible perspectiva de la racionalidad y el sentido común como algo accesorio, eventual, provisional.

Georges Duroy actúa como lo hace, ganando terreno astutamente en los ámbitos de la sociedad burguesa de su tiempo, con tanta soltura, porque sabe que, en el fondo, no es así: es un perseguido por el Horla, es un ser de alteridades que se sabe incierto, un sujeto sin nada que sujetar, aferrado a los bordes del delirio, y que tiene conciencia de ello, por lo tanto, se sirve de su pragmática razonabilidad, para salir avante en todo tipo de conquistar sociales. Maupassant era un sabio, que supo explorar las dos caras de lo real, la luz y las tinieblas, y jugarse la vida entera en una apuesta, que nadie ganó.

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