miércoles, 10 de octubre de 2012

Atena y Hermes: el secreto del buen vivir

Es mentira que los dioses hayan muerto. El ritmo de vida de las sociedades contemporáneas, nos hace pensar que es así, y que la cotidianidad solo puede ser vista como un ámbito de relaciones humanas vinculado a lo práctico. Pero lo cierto es que, ciertas potencias vivificantes nunca han dejado de acompañarnos y de influir directamente en los eventos más relevantes que nos acontecen. Solo basta con tener una perspectiva plural de los fenómenos de la realidad, un punto de vista crítico de los mensajes que circulan en nuestro entorno y que lo estructuran, para poder revivir estas potencias en la conciencia y vivir más conscientemente.



El pintor manierista Bartholomeus Spranger nos puede ilustrar en buena medida, acerca de cómo visualizar ciertos aspectos del existir, para recuperar ese encantamiento del mundo, que le devuelva toda su fascinación original, su entera valía como crisol de prodigios. En una célebre representación pictórica de la autoría de Spranger, se puede ver a Atena y Hermes, la diosa de la sabiduría y el mensajero de los dioses, perfectamente ataviados y con los objetos simbólicos que los caracterizan: Hermes con su caduceo pacificador, el gallo y su gorro alado; Atena con su yelmo, su escudo y la admirable lechuza. La combinación de estas divinidades es un acierto por parte de Spranger. Pareciera expresarnos que la verdadera sabiduría se encuentra en la comunicación. Que la intelectual perspicacia del búho de Minerva es la única vía para permitirnos estar lúcidos y pendientes del arribo de una nueva aurora- una oportunidad de ser más- como el gallo de Mercurio.

El secreto del buen vivir, entonces, podría estribar en armarse de la inteligencia y el bien juicio, autónomo y abierto de Atena; y al mismo tiempo saber comunicarse como Hermes, es decir, orientar todas nuestras acciones, que en esencia son expresiones puras, hacia lo trascendente, hacia lo más alto: ser un mensajero de los dioses como Hermes, que lleva noticia de los eventos celestes a los humanos, pero también tener la sapiencia de Atena para ponderar todas las acciones de los hombres en su justa relevancia, como únicas, ilimitadas y bellas.

Así que, la próxima vez que tengas alguna dificultad, no dudes en acudir por el apoyo de las deidades del mundo, quienes nunca han abandonado la realidad, sino que simplemente se han ocultado en ciertas regiones del interior personal, ciertos Olimpos del alma, para dignificar cuando tu lo requieras, la posibilidad de mejorar, pensándote como ellos, en la diversidad .






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