María…. Cerró los ojos. Negrura sangre. Un estruendo. Insertó el cañón del arma en su boca. Chinga tu madre. Le deformó a patadas el rostro. No tengo más. Con la culata le golpeó la cabeza. Aquí está. Órale puto, tú. ¡Esto es un asalto, saquen todo el dinero hijos de la chingada! Un sujeto lleno de tatuajes abordó el autobús. Le pareció ver en ese paisaje un símbolo de la ilusión que lo embargaba, de su amor. Un campo de flores hermoso, colorido, como gemas esparcidas en la hierba. Subió al autobús. Añorando sus carnosos labios rojos, se aproximó al paradero de autobuses. El cielo era un mar turquesa. Salió silbando de su casa. Se arregló meticulosamente. Hay momentos tan preciosos, de una intensidad sublime, que justifican el resto de la vida. Un jilguero trinaba justo en su ventana, bajo la lluvia de alegre luz matinal. Sonrió. Éste sería un día inolvidable. Abrió los ojos. María…
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