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viernes, 6 de abril de 2012

Los Siete Sabios de la Grecia Antigua

Los Siete Sabios, de acuerdo a sus refranes preservados por la tradición, fueron muy relevantes para el paso del mito al logos en la Grecia Antigua.



En la Grecia Arcaica, la aparición de los Siete Sabios (620 — 550 a.C.) marcó el paso de una cosmovisión teogónica, a una sapiencia de tipo gnómico, es decir, fundamentada en refranes, consejos y apotegmas. Este tipo de conocimiento se había cultivado ya durante mucho tiempo en Egipto. Un ejemplo: las instrucciones de Ptahhotep, las cuales datan del año 2370 a.C. No puede decirse que la sabiduría gnómica sea una filosofía moral, sin embargo, existió entre esta forma de afrontar la realidad y la ética, una relación estrecha, similar a la que se presentó entre la cosmogonía mitológica y la posterior cosmología filosófica.

Cosmos y Polis

Si en Hesíodo o Ferecides la explicación del mundo se fundamentaba en la tradición, la realidad humana, para Quilón y Solón- dos de los Siete Sabios- solo podía ser comprensible a partir de las estructuras sociales y las dinámicas a ellas asociadas. El historiador antiguo, Dicearco, observó con sagacidad que los Siete Sabios no eran, en cierto sentido, ni sabios ni filósofos, sino, en todo caso, hombres con experiencia en asuntos morales y políticos.

Aunque muchos y diferentes son los nombres de los Siete Sabios, citados por los autores antiguos, la lista más antigua y tradicional es la de Platón: Tales, Pítaco, Bías, Solón, Cleóbulo, Misón y Quilón. Y aunque resulta complicado separar lo histórico de lo legendario en lo que se refiere a estos pensadores, acerca de varios de ellos se tienen referencias más o menos fidedignas: Solón además de poeta fue uno de los legisladores más importantes de Atenas; Tales fue geómetra, astrónomo y sobre todo, el pensador que inició la filosofía natural en Occidente, etc.

Abriendo rutas

Diversos autores de la antigüedad narran los encuentros que tuvieron estos ilustres personajes. Platón además, en su diálogo Protagoras, detalla que todos ellos eran admiradores de la constitución espartana y que, en cierta ocasión, brindaron a Apolo una muestra de su sabiduría al grabar en el templo de esta deidad, en Delfos, las famosas sentencias “Conócete a ti mismo” y “Nada en exceso”. La primera de estas frases sirvió como pauta para la reflexión ética de Sócrates y la segunda, para la doctrina del justo medio de Aristóteles.

Muchas de las sentencias de los Siete Sabios, se conocen por una piedra con inscripciones, del siglo III, al parecer destinada para los jóvenes escolares. Y si bien, es imposible identificar la tendencia de pensamiento de cada uno de los Siete Sabios, se pueden derivar interesantes convergencias, a partir de algunos de sus consejos. Por ejemplo, para ellos el conocimiento era altamente valorado: como autoconocimiento, para Quilón; como conocimiento de muchas cosas, para Cleóbulo, y como saber en general, para Bías. Este último fue reconocido por Heráclito, el críptico pensador de Éfeso, como el más grande de los Siete Sabios.

Valores perennes

Otras de las recomendaciones de estos pensadores fueron: preferir la templanza al libertinaje, evitar el exceso de placer, ponderar y cultivar la piedad filial, respetar rigurosamente las leyes, y venerar a los amigos. Las virtudes que defendieron los Siete Sabios, en general, fueron: la prudencia, verdad, fidelidad, solicitud, cuidado del hogar y el arte.


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