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lunes, 8 de octubre de 2012

Misteriosa locura en la fábrica de algodón

En 1797, un trabajador de la fábrica de algodón de Hodder Bridge en Lancashire, Inglaterra, puso un ratón vivo en el vestido de una compañera del trabajo. Ella entonces sufrió un ataque convulsivo que duró un día entero. Poco después, otras tres jóvenes padecieron ataques parecidos. El pánico se difundió y las labores de la fábrica se interrumpieron por completo. Un par de días después, cerca de 24 personas habían caído presas de esta misteriosa histeria: 21 jóvenes mujeres, dos pequeñas de 10 años y un hombre.


Algunos de estos ataques finalizaban a los 15 minutos de haberse manifestado, pero otros duraban hasta 24 horas. Algo que caracterizaba estos eventos, era su gran violencia, y en algunos de ellos, era necesario impedir que los enfermos se arrancaran el cabello o se golpearan la cabeza contra los muros. Algo curioso era que no todos los afectados eran trabajadores de la fábrica de algodón: cinco de estas personas se habían contagiado con solo enterarse de la historia del ratón, en la comunidad de Clitheroe, a 8 kilómetros de Hodder Bridge.


Con el tiempo, la referencia a la broma del ratón fue olvidada y las causas de este misterioso mal psíquico, fueron atribuidas a la llegada de un reciente embarque de algodón, que se pensó habría transmitido alguna enfermedad infecciosa, similar a la peste.

Un eminente doctor de aquel tiempo, de apellido St Clare, que había sido solicitado desde el cercano pueblo de Preston, había descubierto que una descarga intensa, con su máquina eléctrica portátil, curaba a los afectados de la extraña enfermedad. La epidemia terminó cuando se supo entre la comunidad que el mal era histeria y no un padecimiento “real”. Las trabajadoras recobraron su alegría con las bebidas y el ambiente festivo del baile que se celebró poco después. Al día siguiente se reiniciaron las labores en la fábrica de algodón.


Brotes masivos de enfermedad psicogénica, como el relatado anteriormente, no son habituales, pero sin embargo, se tiene conocimiento de otros 16 casos en fábricas de Asia, América y Europa. En la mayoría de estos eventos, las víctimas sufrieron de convulsiones, pero en algunos de ellos, se presentaron síntomas físicos, como intensas infecciones cutáneas. El sofocante ambiente de las fábricas y sus estresantes labores se proyectan como núcleos generadores de cierto estado psíquico, que con tan solo sutiles incidentes, desencadenan extraños fenómenos de histeria masiva.








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