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viernes, 5 de octubre de 2012

La sospecha como filosofía

En las novelas policiacas, puede uno hallar modelos éticos de reflexión, cuando se ponen en juego ciertos valores o antivalores dentro de un marco determinado. Por ejemplo, en las novelas de Raymond Chandler la actitud desencantada del protagonista el detective Philip Marlowe, en ámbitos poblados de personajes poseedores de una moralidad desgastada y cínica, tiene mucha similitud con las epopeyas existencialistas de los protagonistas de las novelas de Jean Paul Sartre o Albert Camus.


Otro ejemplo lo tenemos en Mickey Spillane, cuyo antihéroe, el detective privado Mike Hammer, áspero y violento, parecería ejemplificar los diagnósticos de la voluntad de poder del gran Friedrich Nietzsche, o la dialéctica evolucionista del mal contra el mal, en aras del advenimiento del bien, por medio de los puños y el revólver certero de Hammer. Incluso algunas tesis del sofista Calicles, enemigo de Sócrates, acerca de los naturales derechos del más fuerte, parecen estar expuestas de manera muy entretenida y amena en las novelas de Spillane.

En modelos posteriores, por ejemplo, en el caso del extraordinario escritor y maestro de vida Philip K Dick, en su novela “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, la base de la cinta de culto de Ridley Scott, Blade Runner (1982) que nos presenta al policía privado Rick Deckard y su triste epopeya futurista al tener que cazar a un grupo de hombres y mujeres artificiales, en un mundo feneciente, podemos identificar muchos de los problemas filosóficos tratados en los discursos de la posmodernidad.

Finalmente, vale la pena comentar acerca de las obras literarias de Agatha Christie, sus célebres novelas puzzle, en donde no es la ética la que soporta el trasfondo de esta variante del género policial, sino la metafísica, de tal suerte que, bajo la apariencia de un divertimento deductivo, se nos brinda el motivo de una profunda reflexión acerca del enigma de la realidad y sus límites. Los detectives Hércules Poirot y Miss Marple, los protagonistas de las historias de la Christie, podrían simbolizar a la facultad razonadora de los humanos, enfrentada al logos inextricable del mundo, el misterio del ser, que se manifiesta bajo la sospecha de que alguien es el culpable de cierta inestabilidad de fondo- acaso el sujeto mismo de conocimiento, siempre inasible- responsable de la escisión de los entes con respecto al ser, y en cuanto la conciencia racional brinda una perspectiva del mundo, y soluciona el enigma, el sentido nos ofrece una imagen de la realidad por completo diferente. 

Pero la clave es que, todas las explicaciones de un caso policial, como sucede con todas las perspectivas de la realidad, se equivalen: el universo, siempre abierto y siempre sospechoso, es un misterio en transformación constante, y la humanidad su más prodigiosa coartada.


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