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jueves, 27 de octubre de 2011

La amenaza del basilisco

Mitad gallo y mitad serpiente, el basilisco es una de las criaturas legendarias que más han cautivado la imaginación de los seres humanos. Para muchas personas de épocas pasadas, su imagen era sinónimo de muerte. No obstante, existía un truco para acabar con bestia tan terrible: mostrarle su propio reflejo. De esta manera, muchos caballeros y aventureros audaces, añadían espejos y cristales en sus armaduras, para así, derrotar al feroz basilisco.


Se cuenta que los basiliscos eran abundantes en Inglaterra durante el Medioevo. En su obra “History of Serpents”, publicada en 1608, Edward Topsell refería que había escuchado con frecuencia que su nación ( Inglaterra) había estado plagada de basiliscos. Existen registros de dos casos famosos de enfrentamientos con basiliscos. Ambas tuvieron lugar en Essex, Inglaterra: la primera en Saffron Walden y la segunda en Horndon-on-the-hill. De igual manera, ambos acechos fueron resueltos mostrándole a la bestia su reflejo y propiciando así su muerte. El basilisco del primer caso, sucumbió ante un caballero con armadura de cristal; el segundo, por su parte, ante un paladín que llevaba un espejo en el pecho.


Las tradiciones refieren que los basiliscos eran criados por ofidios o batracios a partir de huevos de gallos. Sin embargo, también se recuerda el caso de un basilisco que vivía en una oscura madriguera en Wherwell, Hampshire y que según la gente del lugar, había nacido de un huevo de ganso. De inicio, los campesinos miraban con curiosidad al extraño animal, pero, cuando comenzó a ocasionar víctimas por su feroz apetito, dispusieron una recompensa para quien lograra acabar con él. Muchos perecieron intentando combatir al basilisco de Wherwell.


Quien logró acabar con el monstruo fue un sujeto de nombre Green, quien uso para ello un espejo de acero pulido. Con esta arma improvisada, Green bajo hasta la guarida del basilisco. La bestia, al contemplar su reflejo, lo atacó una y otra vez, y al hacerlo se fue dañando hasta quedar exhausta. Fue entonces cuando Green, evitando la mirada paralizadora del monstruo, le dio muerte.


En el Museo Andover, de Wherwell, aún se conserva una veleta con forma de basilisco, proveniente del campanario de la iglesia local, que evoca esta formidable proeza.



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