La existencia histórica de Homero ha sido discutida ampliamente: se ha propuesto que tras su nombre se esconde una tradición de bardos, una hermandad de aedas secreta, una metáfora de la creación poética en contra de los intereses mundanos. Pero esto es irrelevante; Homero, tal cual, ciego cantor, singular Tiresias del angustioso presente de los hombres, no precisa de ser etiquetado como “real” puesto que la realeza de espíritu se hace patente a través de la expresión compartida, y no sobre un prejuicio metafísico.
Homero no sólo fue tal cual, un vocero ciego-puro-visionario de la infausta condición humana, sino que además aún hoy existe: perdura en las ansias de ser de cada persona que va en contra de toda realidad impuesta.
El cantor del destino, que somete a los dioses
Homero versó sobre los hombres, sobre su tortuosa relación con lo divino, su imposible reconciliación, ardoroso anhelo de Ítaca, con lo esencialmente humano. Los hombres y los dioses en Homero son iguales: comparten una misma particularidad; ambos están sujetos a los designios de un destino ciego. Pero si bien los dioses pueden paliar su frustración a través de su veleidosa relación de apego-rechazo con los hombres, manifestarse así ¿qué le queda a los humanos obligados a erigir un mundo a partir de un ofrendar su esencia?
La heroicidad de lo humano
Por eso Aquileo es el más señero de los héroes, porque siendo semidiós elige manifestar su otredad a través de la parte humana de su personalidad, herencia de Penteo: ante la disyuntiva de la eternidad o de la heroicidad infinita, Aquileo elige llevar una vida heroica, breve físicamente, pero imperecedera en la memoria de los hombres. Por eso Homero es el gran padre de Occidente, inagotable veta de formación educativa y existencial para todos, puesto que logró enunciar los más hondos anhelos del espíritu humano, a través de figuras arquetípicas y religantes.
Homero nos dio la oportunidad de hacer de nuestra propia existencia una elección, una disyuntiva valiosa entre la resistencia creativa en contra de las fuerzas inalcanzables que determinan nuestro ser, y la hazaña de construir nuestro propio ser individual, como lo más valioso, lo fundamental de todo, a pesar de Todo.
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