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domingo, 7 de octubre de 2012

Parménides: el valor de la nada

Es muy provechoso reflexionar en cierto pasaje del poema de Pármenides, en el que nos comenta que, lo mismo es aquello que es posible de pensar, y aquello que motiva la existencia de tal pensamiento. Ya que, sin lo patente del ser, y con relación a su ser expresado, no tendría sentido el pensar acerca de ello. Es decir que, el pensamiento de algo, precisa ese algo que solo puede ser aludido a través de la palabra. 


Puesto que, Parménides asegura que no existe nada, ni en el momento presente ni en un posible porvenir, en comparación a lo que es, de tal modo que, la posibilidad no es la esencia del ser, su potencial no refiere a la pluralidad, sino por el contrario, lo fija como entero e inmóvil.

De tal modo que el gran sabio de Elea concluye que , no son más que nombres, es decir, palabras, todo lo que da sentido a las instauraciones humanas, no obstante que los hombres piensan que estos nombres son verdaderos, tal es, advocaciones del ser mismo, expresado en las diferentes alternativas , categorías, de lo real. Pero Parménides asegura que el ser no tiene nada que ver con el devenir; por el contrario, permanece puro, estático, como si fuese una esfera inalterable y eterna.

Lo que podemos considerar, luego de seguir el profundo razonamiento de Parménides, es que si bien lo real y su pensar están estrechamente relacionados; a pesar de esto, quizás sea el momento de dejar de concentrarnos en ese ser tan perfecto, como inasible, y por lo tanto demasiado lejano. Tal vez nuestra naturaleza tenga su vía de desarrollo más plena en lo que no es, lo que Parménides trata de dejar de lado, o de utilizar solo referencialmente, para ponderar su perspectiva de la realidad. Nuestra vida es una serie de acontecimientos que nos definen inevitablemente, tal facticidad de la realidad es lo que nos da sentido, esto es incuestionable; sin embargo, de la misma manera, lo que no somos, bien podría ser lo más valioso, porque determina en gran medida lo que podríamos ser, aun cuando nunca llegara a concretarse.

Y aunque, como refiere Parménides, no se concilie un posible estado de existencia futuro con el ser auténtico, el simple conocimiento de comprenderse como alteridad- que más que una “nada”, quiere expresar el ser de una manera totalmente diferente- nuestra vida, puede tener brindarnos fuerza interior y empuje intelectual. El valor de lo que nada es, motiva a valorar todo lo que podríamos ser, aún sin lograrlo. Lo imposible y lo posible, desde una cierta perspectiva, se equivalen. Y esa perspectiva puede decirse, decirnos: trascendencia.







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