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martes, 2 de octubre de 2012

Heráclito: el flujo de la realidad y la guerra gestadora

Dos elementos destacan en la visión de la realidad por parte de Heráclito: el dinamismo inherente a lo real y la relevancia fundamental del devenir.


Dos son los elementos más importantes de la concepción de la realidad por parte de los primeros pensadores jónicos: primero, el dinamismo inherente a lo real, y segundo, la relevancia fundamental del devenir. Heráclito, a final de cuentas, lo que hizo fue trabajar a fondo, y de genial manera, las propuestas de los filósofos que lo antecedieron.

Coincidencias de fondo

Sin embargo, resulta erróneo considerar la filosofía de Heráclito como una visión del mundo basada en el puro devenir, para así diferenciarla de la filosofía del puro ser concebida por Parménides. En realidad, Heráclito, tal y como sucede con Parménides, se enfoca a la indagación del ser. La diferencia entre ambos estriba en que uno contempla al mundo como una dinámica unidad, que precisa ser plural, en tanto que el otro, lo considera como una unidad estática, ajena a la multiplicidad y el movimiento.

Vida y cambio

Varios de los fragmentos más representativos de Heráclito señalan esta orientación suya hacia la ponderación del movimiento y el cambio, en su perspectiva del universo. Para el oscuro pensador de Efeso, todo se encuentra en permanente transformación, y hasta los objetos en apariencia más duraderos se encuentran sometidos a una transformación incesante. Y es que no cambiar, desde la óptica heracliteana, implica corromperse y desaparecer sin remedio.

El corazón del ser

Por otra parte, dentro de este flujo universal y eterno, cada ser alcanza su esencia- es decir, se determina como ese ser en específico- al oponerse a otro ser. De tal suerte que, las cosas solo se dan en la pugna y el mutuo rechazo. Pólemos, la guerra, provoca que cada cosa sea lo que es, pero en el fondo lo que hace es provocar que cada cosa se manifieste como tal, por lo consiguiente, existe algo siempre oculto que se manifiesta a través de la discordia. Este enigmático elemento se encuentra aludido por la physis, noción tan cara a los presocráticos y que es interpretada por Heráclito como el fuego siempre viviente.

Principio y fin

De este modo, cada ser, al oponerse a otro, su contraparte, como tal ser (pólemos), se hermana con él como ser (physis) y de esta manera cobra sentido la noción heracliteana de que “lo opuesto es concorde y de las cosas discordes surge la más bella armonía”. Pero esta armonía oculta del fuego, se hace patente al culminar cada ciclo cósmico, cuando acontece la ekpyrosis: gran conflagración o incendio universal y así como Aecio escribe citando a Heráclito “todas las cosas surgen del fuego y en él acaban”.









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