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viernes, 12 de octubre de 2012

Filón de Larisa: la verdad como luz

Integrante destacado de la academia platónica, quien llegara a ser maestro del ilustre Cicerón, el filósofo Filón de Larisa desarrolló una intensa búsqueda acerca de los alcances de la certidumbre, con respecto a la existencia humana.


Para Filón, existe una diferencia determinante entre lo que se tiene por evidente y lo que se manifiesta ante nuestra percepción. Certeza y sensación no siempre están conciliadas.

Filón estaba convencido de la existencia de la verdad; no obstante, negó a los humanos toda vía de acceder a ella plenamente. La verdad se halla escondida en las entrañas del ser, y las personas han de hacer hasta lo imposible por alcanzarla. La fatiga no nos aleja del anhelo de sentir la verdad absoluta, todo escepticismo no es más que una vía para confrontar perspectivas entre las que surja, de vez en vez, la chispa luminosa de la verdad o de algo muy cercano a ella.

Si la verdad es inasible, no es por obra de algo inherente a ella sino que tiene que ver más con las condiciones de posibilidad de nuestro conocer.

Imagina como Filón que la verdad sea algo que siempre permanece junto a ti, pero silenciosamente, de un modo disimulado y apenas perceptible. Tal vez si tuviéramos la manera de poder contemplarla, nos proporcionaría la siguiente experiencia: podríamos ver que lo que creíamos coincide plenamente con lo que nuestra percepción nos brinda, pero a continuación, todo lo que viniera después, rebasaría por completo el espacio conciliado por ambas, y se tornaría incertidumbre.

También podría ser que lo que anticipáramos como certeza no tuviera nada que ver con lo que habíamos imaginado, pero así que se manifestara tan distinto, perdería toda ocasión de podernos ser provechosa.

Sin embargo, la reflexión de Filón de Larisa nos da la ocasión de pensar que si la verdad existe, aun cuando no podamos nunca acceder a ella, el solo hecho de saber que hay algo en el mundo, puro e inalterable, más allá de nuestras insuficientes aproximaciones a ello, determinaría en gran medida las demás certezas, como concepciones simplemente útiles y parciales, acerca de la existencia.

La gran verdad del ser bien podría constituirse en una luz que alumbrara las certezas vitales de la humanidad, aún cuando su núcleo fuera de tinieblas indecibles. Gracias a Filón tal vez no sea preciso alcanzar la verdad, sino experimentar la inextinguible certeza de nuestra propia esperanza en ella.










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