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lunes, 24 de septiembre de 2012

Parménides: ser, pensar y conocer

Para el filósofo Parménides, el ser y el pensar son idénticos en la dinámica del conocer.


A la concepción del ser de la filosofía de Parménides, se llega, tal y como sucede con la sustancia de Spinoza, a través de un esfuerzo deductivo. El ser de Parménides y la sustancia de Spinoza son paralelos con el conocer y coexisten en la dinámica gnoseológica. Sin embargo, el ser no se agota en ello, y no se trata de un mero producto del sujeto cognoscente: el ser no es, simplemente porque se le piense. Por el contrario, el ser es objeto del pensar y, desde este punto, se diferencia de él en términos gnoseológicos, si bien, a un nivel ontológico, se reduzca el ser, al conocimiento que se tenga de él.

De cualquier manera, para Parménides el ser es el motivo único del pensar: no es posible pensar sino el ser. En su actividad, no cabe el no-ser, el devenir, la pluralidad o el cambio. Estos últimos fenómenos, son falaces en su manifestación sensorial. El ser entero, en su infinita identidad, puede ser pensado sin misterio alguno, sin enigmas, sin sombra alguna, por la razón.

Universo de luz

Para Parménides, el ser y el pensar son uno solo y hasta donde alcanza el pensar lo hace el ser. En términos de la lógica aristotélica, se puede decir que para Parménides, el “ser” no puede considerarse como un término equívoco, sino más bien unívoco, pero, a tal grado, que el término “ser” no puede ser aplicado sino a una sola cosa. Y en este caso, siguiendo con las perspectivas del filósofo de Elea, si solo puede pensarse el ser, entonces, solo es accesible al intelecto la unidad. Lo múltiple es ajeno al auténtico conocimiento, y la percepción humana, que capta esta pluralidad, es contraria a la razón. Por ello, Parménides, en ciertos pasajes de su célebre poema, invita a no dejarse guiar por el camino de las sensaciones.

Sentir o razonar

Tal disyuntiva entre sensación y razón, por parte de Parménides, nunca había sido propuesta con tanta rotundidad (y no lo será tampoco posteriormente, ni siquiera por el mismo Platón). Las sensaciones, de acuerdo a esta filosofía, no nos acercan al Ser y La Verdad. Incluso Heráclito, que en la defensa de su monismo dinámico, consideraba a los sentidos como poco fiables, para quienes no se orientaban por el logos (razón), reconocía en los sentidos un gran potencial cuando se ponían al servicio del logos, y de acuerdo a la sabiduría del filósofo. No sucede así con Parménides, puesto que este pensador, en su poema, estableció una separación definitiva entre razón y sensación, una escisión tan radical como la que hay entre lo que es y lo que aparece.





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