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martes, 18 de septiembre de 2012

Los Totonacos, el pueblo del sol y del maíz

Los totonacos forjaron una gran cultura en el México Antiguo y sus descendientes actuales preservan su mágica cosmovisión, mezclada con el catolicismo.


Los totonacos eran un pueblo que habitó en el México Antiguo, en lo que actualmente es el estado de Veracruz y también una zona de Puebla. Tal área está comprendida, al norte, entre la costa del Golfo de México y el río Cazones, y al sur, el río de la Antigua. Los sitios arqueológicos más relevantes de los totonacos fueron los de El Tajín y Zempoala.

Varios años antes de la llegada de los españoles, en el periodo clásico temprano, el Tajín había sido abandonado como santuario religioso. En cambio, Zempoala, que tuvo su florecimiento durante el Posclásico tardío, fue uno de los lugares que conoció Hernán Cortés al llegar a Mesoamérica.

Dioses totonacos

Son típicos de los totonacos los yugos, las caritas sonrientes y las palmas de roca finamente labrados. De acuerdo a los escasos datos con los que se cuenta acerca de los totonacos, en el periodo anterior a la llegada de los españoles, se sabe que adoraban al Sol, al cual le ofrendaban víctimas sacrificiales. Además de este culto al Sol, los totonacos también veneraban a su consorte, una diosa del maíz, que se caracterizaba por su benevolencia y su rechazo de los sacrificios humanos. Por ello, a la esposa del Sol se le honraba con ofrendas de flores, hierba y animales.

Dos mundos divinos

Hoy en día, los integrantes de la etnia totonaca están concentrados en diversos grupos que viven en la sierra de Puebla. Se estima que su número no supera los 100,000. Aún preservan la cosmología de los totonacos prehispánicos, manifestada, por ejemplo, en la creencia en el “Trueno Viejo”, los mágicos “truenos” o los divinales “dueños” de la selva, las colinas y las cosechas. Y si bien, con la llegada del catolicismo estas formas religiosas cambiaron, no hubo un sincretismo como tal entre ambas creencias, sino que más bien se superpusieron. Las figuras más importantes del cristianismo han sido adaptadas al imaginario totonaco. Como muestra se puede mencionar la súplica que los totonacos realizan a los antiguos “dueños”, la cual se desarrolla por medio de un chamán; a la vez, celebran misas para protegerse de los peligros sobrenaturales y creen que los “santos” deambulan por los aires, en donde tienen sus rutas secretas.

El manto de Natsi’itni

Para los totonacos, son “las madres o las abuelitas”. Se trata de numerosas divinidades femeninas que en la actualidad se vinculan con la Virgen de Guadalupe. Natsi’itni es la Virgen, progenitora del sol-maíz, lo que, de cierta manera, la constituye en madre de todos los seres vivos. Su tarea primordial es crear el embrión del niño, tarea en la cual también colaboran Venus y la Luna. Por ello, a Natsi’itni es considerada por los totonacos como la protectora de las parteras. Ella tiene su morada en el Este y acopia las almas de los niños fallecidos. Natsi’itni aparece en las representaciones de los totonacos tapando con su rebozo a los niños, hasta que ellos son capaces de nacer de nuevo.





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