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jueves, 27 de septiembre de 2012

El logos: sustancia o causa del mundo

Para los filósofos griegos, el logos era una suerte de principio activo del mundo, ordenador del principio pasivo que es la materia.


Uno de los conceptos más importantes de la historia de la filosofía, es el de logos. Desde tiempos antiguos ha tenido dos connotaciones bastante específicas: la primera como sustancia o causa de la realidad; la segunda como persona divina. No obstante, el logos como sustancia es la referencia más significativa en lo tocante a la filosofía griega.

Heráclito, el Oscuro, fue el primer pensador quien comprendió a logos bajo esta lectura. De acuerdo a este filósofo, las personas son obtusas con relación al logos, puesto que, tanto antes como después de haber oído acerca de él, parece que no tienen experiencia con respecto a su manifestación, siendo que todo ocurre en el mundo, conforme al logos.

La ley de lo real

Para Heráclito, el logos es la ley del mundo, ya que todas las leyes de los hombres parten de una ley divina, y de tanta fuerza que les impone, para todas ellas basta, y sobre todas tiene preeminencia. Los filósofos estoicos tomaron esta perspectiva por parte de Heráclito, entendiendo a esta razón (logos) como un principio activo del mundo, la cual ordena y orienta al principio pasivo que es la materia. Conforme a la visión estoica, el logoses divino, y siendo eterno, es el artífice de todos los elementos de la realidad. Considerado de esta manera, como el principio formador del universo, para los estoicos, el logos puede ser contemplado como el destino.

Una potencia vital

Plotino comparte algo de la concepción estoica acerca del logos. Para este pensador neoplatónico, el logos que opera en la materia es un principio activo de la naturaleza. No se trata de una visión, o un pensamiento, sino una potencia con la capacidad de transformar la materia, una potencia que no conoce, pero que se manifiesta como el sello que imprime su figura, o el objeto que se refleja en el agua. Así entonces, la potencia vegetativa del cosmos, recibe a la parte productora, es decir, la parte esencial del alma, esa misma alma que reside en el Todo. En términos neoplatónicos, el logos es el Intelecto divino, que ordena la realidad. Plotino lo enuncia de esta manera: “De la inteligencia emana el logos, y emana eternamente, a tal grado que el Intelecto está presente en todos los seres”. Esta perspectiva filosófica por parte de Plotino y los pensadores neoplatónicos es la que ha inspirado a todas las variedades de panteísmo moderno.





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