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viernes, 21 de septiembre de 2012

"Divina Comedia" Infierno canto VI: Gula

En el tercer círculo del Infierno, Dante y Virgilio llegan con los glotones, quienes yacen sumergidos en el fango y son torturados por el monstruo Cerbero.



Cuando Dante despierta de su desmayo, causado por la triste historia de Paolo y Francesca, se encuentra en el tercer círculo del Infierno. En ese lugar reciben su castigo los glotones, quienes permanecen todo el tiempo hundidos en el fango, al tiempo que les azota el rostro una feroz lluvia mezclada con granizo. Estos condenados son vigilados por Cerbero, engendro de tres cabezas y ladridos pavorosos, quien los incordia y atormenta. Entre estos desventurados se encuentra Ciacco, con quien Dante habla acerca de los conflictos en Florencia. Poco después y acompañado de su guía, el sabio Virgilio, Dante desciende al cuarto círculo.

Los castigos en el Infierno dantesco exponen cierta figuración, tan sutil como despiadada, con relación a la falta cometida. En el caso de los lujuriosos, su calvario, en ese remolino perenne, cual si se afanaran en un deseo inalcanzable, tiene un simbolismo evidente. Lo mismo acontece con los glotones en este tercer círculo: ellos se encuentran cautivos en ese fango repulsivo sin otra cosa con la cual saciar su voracidad que la podredumbre que les cae con la sucia lluvia. Esa ansiedad feroz que les llevó allí, queda representada por el feroz Cerbero, quien no les da respiro alguno al desgarrarles y morderles una y otra vez.

Centinela de pesadilla

Cerbero es otra de las figuras que Dante tomó de la antigüedad clásica para utilizarla en su poema. Los griegos antiguos colocaban en la tumba de sus muertos una torta de miel, justamente para que Cerbero se apaciguara al comerla y les permitiera a los fallecidos ingresar en los Campos Elíseos. Así procedió la Sibila que acompañó a Eneas en su descenso al Hades, de acuerdo al canto VI de la Eneida. Tan indomable era este monstruo, que uno de los doce trabajos de Hércules, el héroe griego, consistió en encadenarlo. Como se observa, conforme se avanza en el Infierno, los guardianes de cada círculo y los tormentos que allí se imponen son cada vez más atroces.

Mala fortuna

Dante conversa con uno de los condenados por gula, a quien nombra como Ciacco. Parece tratarse de Ciacco dell'Anguillara, quien fuera un poeta que vivió en Florencia en el siglo XIII. Si bien no se tienen mayores referencias de su vida y obras, por lo menos se conoce un interesante texto titulado “Contrasto tra amante e madonna”. El nombre de este personaje es una contracción del nombre italiano Giacomo, o una italianización del francés Jaques y tiene como nombre común la referencia de "cerdo" o de "cochino". Esta parece ser la única- e irónica- razón por la cual Dante incluyó a este desventurado poeta, en el círculo infernal de los glotones.

Perfectibilidad mística

Casi al final de este canto VI, Dante pregunta a Virgilio acerca de cómo variarán los tormentos de los condenados luego de que acontezca el Juicio Final. El poeta mantuano le explica a Dante que, de acuerdo a la filosofía aristotélica, nunca se alcanza la perfección pero sí se avanza en lo perfectible: las almas condenadas no lograrán la auténtica perfección tras el Juicio Final, pero su castigo (o el gozo de los bienaventurados) será mayor, es decir, más perfecto, puesto que se reunirán dichas almas en pena, con sus restos mortales que yacen en la tierra.



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