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miércoles, 28 de marzo de 2012

Victor Vasarely: "Vega-Gyongiy-2"

El op art de Vasarely va más allá de un divertimento visual, ya que está motivado por una expresión de la relevancia de la tecnología en nuestro mundo.


En las postrimerías de la década de 1960, el expresionismo abstracto había perdido mucho de su empuje inicial, y muchos jóvenes creativos exploraban nuevas fuentes de inspiración y estrategias manifestantes. En Europa, este desplazamiento estético motivó la aparición de novedosas tendencias. Dos de las más importantes fueron el arte cinético y el op art. Ambas alternativas tomaban como fundamento la incorporación del movimiento como recurso plástico privilegiado. Además, los cultivadores de ambos movimientos se identificaban con los estilos de las vanguardias históricas.

Interesante tendencia

Importantes centros de investigación de las posibilidades estéticas del movimiento, surgieron en diferentes partes de Europa a lo largo de este periodo. De todos ellos, tal vez el más importante fue el Centro de Investigaciones del Arte Visual, en París. Los resultados obtenidos por los creativos de estos lugares, coincidían en que el movimiento podía presentarse de manera real o virtual y, por este factor, había tres alternativas para su representación en el arte. La primera forma usada por los artistas, era bidimensional, intentando efectos de tridimensionalidad; una segunda opción fue la del uso de la tridimensionalidad, pero con el añadido de elementos que generaban una doble superficie. Finalmente, otros creativos intentaron el movimiento en la obra, valiéndose de diferentes estrategias.

Efectos visuales

Justo de esta última opción partió el op art, y sin duda que Victor Vasarely (1908-1997) fue su máximo exponente- tal vez solo equiparable con Bridget Riley-. Desde pequeño a este artista húngaro le obsesionó el movimiento. Sostenía que la obra solo alcanzaba sus mayores alcances cuando era contemplada por los espectadores. El objetivo de los cuadros de Vasarely era estimular la retina, y generar efectos sensoriales de vibración y movimiento. Vasarely estuvo muy influenciado por el constructivismo ruso y las enseñanzas de la Bauhaus, en lo que se refiere a la impresión de movimiento que se podía producir con una imagen bidimensional. Obras como Vega-Gyongiy-2 (1971) exhiben el uso que hacía Vasarely de colores básicos y formas elementales dispuestas en construcciones de proyección científica, basadas en las leyes de la óptica.

Pureza geométrica

Vega-Gyongiy-2 nos muestra una gran esfera conformada de cuadrados y círculos de variados colores. Esta figura aparece suspendida sobre una superficie de dos dimensiones, elaborada en idéntico formato. De esta manera, Vasarely consigue una magistral sensación de espacio y profundidad. La clave de Vasarely es el manejo que hace de contornos en contraste y bordes muy marcados en sus figuras geométricas, mismas que resultan bellas y lúdicas ante la vista.

Un aspecto interesante de esta propuesta, es la convicción que tenía Vasarely acerca de sus trabajos, en cuanto a su valor social. La obra de Vasarely estuvo desde un inicio proyectada al futuro y asociada estrechamente a los alcances ilimitados de las máquinas y la tecnología para la mejora del mundo. Este enfoque explica, en cierta manera, el éxito de sus diseños en múltiples murales urbanos y conjuntos arquitectónicos tridimensionales. A final de cuentas, Vasarely hace patente la plasticidad inherente a la realidad- la capacidad que tienen los seres humanos para interactuar con su materialidad en fomento de la vida- pero siempre a través de la belleza y la pureza- geométrica, perfecta- del pensamiento racional impulsado por la imaginación.



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